Capítulo 14

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La mañana siguiente, mientras Mía se vestía con una calza corta y una camiseta holgada lista para cualquier desventura, sonó su teléfono

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La mañana siguiente, mientras Mía se vestía con una calza corta y una camiseta holgada lista para cualquier desventura, sonó su teléfono.

Hizo una mueca al reconocer el identificador como una de las oficinas de Desaires Felinos. Respiró profundo y contestó.

Los ojos grises de Exequiel, heredados de su abuelo materno, estaban entornados. Abrió la boca para saludar pero una pelirroja se atravesó en su línea de visión.

—¡Mía, si estás en peligro parpadea dos veces! —chilló Aitana—. Si estás teniendo unas vacaciones salvajes con noches sin dormir y almuerzos a la luz de las velas, necesito el chisme completo.

—No quiero tanta información de mi hermana. Ni de Cassio. —Exequiel la atrapó por la cintura y la apartó de la cámara.

A juzgar por las paredes en tonos pasteles y la mesa de reuniones tras ambos, estaban en el subsuelo de su agencia, llamando a través de la computadora principal.

—Yo sí. ¿Qué tal las habilidades de alcoba de nuestro joven jefe? —Aitana abrió enormes los ojos—. ¡¿Cómo pudieron fugarse juntos sin contarme?! ¿Tienes idea de cuánto me tomó interrogar a Valentín hasta que confesó todo?

—¿Diez minutos? —adivinó con sequedad.

—Cinco. Resiste más que tu hermano cuando me... —La palma de Exequiel contra su boca le impidió continuar. Su otro brazo la atrapaba por la cintura, inmovilizándola en un extraño abrazo.

—¿Qué se te ofrece, Exe? —suspiró Mía.

—Recién me entero de que estás en la Isla Delamorir. Lo siento, Limia. Si lo hubiera sabido, habría cambiado de lugar con Cass.

—Sé que no fue tu culpa.

—Al menos es una isla grande. Dudo que se encuentren seguido.

—Como si la suerte estuviera de mi lado... —Las pupilas de Mía se desviaron hacia la pared. Solo un baño separaba sus dormitorios.

—Ten cuidado. Cass es un psicópata astuto. Si intentas ocultar una debilidad, la descubrirá en instantes y la usará para su beneficio. Si pasa más de cinco minutos en silencio, está planeando un nuevo incendio. La oscuridad de su alma se refleja en sus ojos. Te lo digo como su mejor amigo.

—Lo sé más que nadie. —Una idea se encendió en su cabeza, un detalle que había pasado por alto al inicio de esta conversación—. Espera, ¿dijiste que podrías cambiar de lugar con Cassio? Los invitados a una boda no son canjeables. ¿Realmente vino como representante de Desaires? ¡Habla ahora!

Exequiel se detuvo, cada músculo de su cuerpo se volvió piedra. Aitana le mordió la mano, liberándose. Miró a la cámara con una sonrisa.

—Mía, ¿Exe-punto-exe ya te contó la noticia? —soltó rápidamente.

—No cambies de tema, Aitana.

—¡Vas a ser tía!

Mía abrió los ojos con incredulidad. El color abandonó su rostro.

Amantes del desencantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora