𝚂𝙷𝙾𝙶𝙰𝙽𝙰𝙸 | 𝙲𝙷𝙰𝚁𝙻𝙴𝚂 𝙻𝙴𝙲𝙻𝙴𝚁𝙲

ＣＨＡＰＴＥＲ ＩＩＩ

ＣＨＡＲＬＥＳ

    —¿Qué tal en Suiza? —me pregunta Fernando el primer día.

—Oh, bien, fue divertido.

—Es un lugar fantástico para esquiar, ¿verdad?

Asiento con la cabeza mientras me cruzo de brazos.

—No te veo muy entusiasmado —comenta con cierta guasa en su tono de voz.

—El sitio estuvo muy bien, pero tuve algún inconveniente.

—¿Qué pasó?

Me rasco el mentón y miro al asturiano.

—Me encontré con una chica que me resultó un tanto...interesante.

Fernando deja escapar una carcajada mientras niega con la cabeza.

—Oye, somos colegas, pero no quiero saber con quién te acuestas.

—No es eso —digo—. Era una mujer interesante, un tanto misteriosa.

—Esas son las mejores —comenta.

Fernando se gira en mi dirección y me mira fijamente.

—¿Qué es lo que hizo esa mujer para joderte las vacaciones?

—¿Cómo sabes que me jodió las vacaciones? —pregunto con confusión mientras miro al asturiano.

—Bueno, tu mismo me has dicho que tuviste un inconveniente y de repente, me hablas de una mujer interesante —se encoge de hombros—. Así que asumo que fue ella el motivo por el cual tus vacaciones de esquí fueron algo...agridulces.

Miro a Fernando. Me cruzo de brazos mientras alzo una ceja.

—Era una mujer increíblemente atractiva.

—Hum —ríe—. Y te jodió que no te reconociera. ¿Me equivoco? —pregunta con una sonrisa a la par que alza una ceja.

—No —me apresuro a decir. Fernando me sigue mirando de la misma manera durante unos segundos más hasta que termino admitiendo la verdad—. Bueno, vale, sí —mi respuesta le hace reir—. Pero no solo eso.

—¿Hay más?

Asiento con la cabeza y es entonces cuando Fernando alza ambas cejas.

—Parecía una mujer interesante —digo—. Tenía algo en su carácter que llamó mi atención.

Una sonrisa aparece en el rostro del asturiano y después suelta una carcajada.

—Parece ser que el monegasco se ha enamorado de una desconocida —dice.

—No —niego—. Solo...me pareció una mujer interesante.

—¿Sabes su nombre?

—No me lo dijo —respondo a la par que niego con la cabeza—. Y eso es lo que más me molesta.

El asturiano se rasca el mentón mientras me mira.

—¿Sabes de donde es al menos?

—Tampoco —niego—. Pero cuando me habló en inglés pude notar que tenia cierto acento francés, así que debe de ser francesa.

—¡Anda! —exclama—. Paisana tuya.

Asiento con la cabeza. En ese momento, Adelina aparece. Me dedica una sonrisa antes de darle un pequeño beso en los labios a Fernando.