CHAPTER XII

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CHARLES

    Por algún extraño motivo, aprieto los puños al ver como Cosette es agarrada por Toto Wolff. No tengo ni idea de por qué se encuentran hablando, o de si se conocen siquiera, pero el hecho de que se encuentre agarrándole con fuerza me molesta. Sin pensarlo dos veces, me acerco a ellos con paso decidido.

— Atrévete a ponerle la mano encima de nuevo y voy directo a la FIA —me atrevo a decir.

Cosette se da la vuelta y al hacerlo, veo como sus ojos se agrandar debido a la sorpresa. En cambio, Toto me mira con una sonrisa socarrona en el rostro antes de mirarme mientras alza una ceja.

— Anda, tenía que venir el hijo prodigo a salvarla.

Aprieto aún mas los puños en el interior de mis bolsillos hasta que noto como mis uñas se clavan en las palmas de mi mano. Me acerco a ellos con decisión y alzo mi mentón para mirar a Wolff.

—No sé cuál es tu relación con ella, pero ahora es parte de la familia Ferrari. Está conmigo, así que, ponle una mano encima y te juro que tu puesto quedará libre.

—Tengo más poder que tú ahí dentro, Charles Leclerc.

—¿Ah sí? —respondo con cierta diversión—. Ponme a prueba, Toto Wolff

Toto y yo nos miramos fijamente durante unos segundos. No es hasta que la rubia habla cuando salimos de nuestra pelea interna.

—Charles, está todo bien —dice.

Dirijo mi mirada hacia la rubia y sus ojos me suplican que cese. La miro unos segundos antes de mirar al jefe de Mercedes.

—Ya la has escuchado, Leclerc —dice con una sonrisa burlona.

Aprieto la mandíbula de nuevo y tengo que reprimir el pegarle un puñetazo a Toto.

—¿Qué haces aquí? —me limito a preguntar—. Mercedes no tiene nada que hacer en esta gala.

—Eso son asuntos míos, Charles —responde.

No puedo evitar chasquear mi lengua antes de dedicarle una sonrisa socarrona. Me paso una mano por el pelo y miro al jefe de Mercedes y después a la rubia. Por unos segundos no puedo evitar sentirme celoso ante el hecho de que ella le esté dando atención a Toto, sobre todo por el hecho de que no es un hombre que merezca la atención de alguien como ella. Pero, por otro lado, no puedo evitar sentirme enfadado hacia el hecho de que ella le esté dando la atención a un hombre como él. Cosette es una mujer lista, y decide centrarse en alguien como Toto Wolff.

—Cosette —llamo la atención de la rubia—. ¿Por qué no volvemos a la gala? No creo que a Ferrari le haga gracia el hecho de que nos estemos perdiendo todo, sobre todo cuando se hace en nuestro honor. Bueno, en el mío.

Cosette me mira unos segundos antes de asentir con levedad. Le ofrezco mi brazo y ella no duda en sostenerse. Antes de irnos, miro a Toto Wolff y no puedo evitar sentirme orgulloso ante el hecho de ser yo el que escolte a la rubia.

En el camino de vuelta pienso en algunas en lo que parecían estar hablando. Ella y yo no tenemos una relación como para que sea capaz de decirme qué es lo que tiene, o lo que tenía con Toto, pero algo me dice que, por cómo se expresaban y lo molesta que ella se veía, aquello que tenían debe de haber finalizado.

—Iré a por una copa —hablo una vez que estamos dentro.

Cosette asiente con la cabeza a la vez que se suelta de mi brazo. Camino hacia uno de los camareros que se encuentran portando una bandeja llena de copas y cojo dos. Vuelvo junto a la fotógrafa y le tiendo una, la cual acepta gustosa.

𝚂𝙷𝙾𝙶𝙰𝙽𝙰𝙸 | 𝙲𝙷𝙰𝚁𝙻𝙴𝚂 𝙻𝙴𝙲𝙻𝙴𝚁𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora