CHAPTER XXI

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COSETTE

    Los labios de Charles recorren mi cuerpo. Gimo bajo su cuerpo y subo mis manos a su cuello para después deslizarlas por sus hombros hasta llegar a su espalda. Le clavo las uñas cuando siento como da otro empellón con su cadera. Grito y echo la cabeza hacia atrás. Charles comienza a besarme la oreja y siento como un escalofrío recorre mi cuerpo. Cuando muevo mi cadera, el chico dejar escapar un gemido, el cual provoca que me moje aún más.

En el momento en el que el piloto aumenta sus acometidas, siento como mis paredes se contraen a su alrededor. Me agarro con fuerza a su cuerpo y me dejo llevar por el orgasmo mientras siento como el piloto se derrama en mi interior mientras deja escapar un gemido.

El sonido de mi móvil me hace despertar. Abro los ojos de manera abrupta y me incorporo en la cama mientras respiro con rapidez. Me llevo una mano al pecho y siento como mi corazón late con fuerza. Cojo aire un par de veces y miro a mi alrededor. Me encuentro en la habitación del hotel de Maranello. Mi móvil vuelve a sonar y me apresuro a cogerlo. En la pantalla leo el nombre de Gabriele.

—¿Qué pasa? —pregunto, nada más coger la llamada.

—Buenos días —saluda—. ¿Qué tal la llegada post carrera? —pregunta.

—Cansado —respondo.

—Te llamo porque Mattia quiere que te comunique que tienes un par de día libres —dice.

—¿Cómo?

—Pues eso, que al parecer el doble podio de Ferrari ha venido con premio —ríe—. Así que nos ha dado unos regalos a todos.

—¿Y cual ha sido tu regalo?

—Un aumento de sueldo este mes —ríe.

Suelto una carcajada ante las palabras del chico.

—Así que tienes un aumento de sueldo y yo solo tengo dos días libres —bromeo.

—Unos más y otros menos, querida —ríe.

—¿Y me has llamado para decirme esto?

—Claro, es una buena noticia, ¿no crees?

—Claro que sí —admito, mientras me restriego un ojo debido al cansancio—. Pero me resulta un tanto chocante que lo hagas tú.

—¿Te recuerdo que soy el de recursos humanos?

—Entonces no choca tanto —río.

—¿Qué vas a hacer estos dos días? —pregunta.

—Pues no lo sé —respondo—. La verdad es que me has pillado dormida y apenas puedo pensar ahora mismo.

Gabriele vuelve a reír.

—Pues tienes tiempo de sobra —dice—. Te dejo, cielo, que tengo que ir a hacer unas cosas.

Nos despedimos y cuando dejo el móvil sobre la mesita de noche me echo hacia atrás de nuevo. Vuelvo a pensar en lo ocurrido con Charles. Me muerdo el labio inferior al recordar como gemía en mi oído. Recuerdo que habíamos intercambiado alguna que otra palabra en francés, lo que lo hizo más íntimo. Sus manos eran más suaves que las de Toto y, a diferencia de él, fue capaz de besarme con adoración, en vez de compromiso por el momento. Sus besos eran cariñosos, como si yo fuese algo que deseaba tiempo probar.

Charles fue un hombre rudo, pero a la vez cuidadoso. Veía la lujuria en sus ojos, en ellos podía ver que quería hacerme de todo, pero, aun así, fue cuidadoso. Fue respetuoso, dentro de lo que cabe en el momento. Fue completamente opuesto a lo que era con Toto.

𝚂𝙷𝙾𝙶𝙰𝙽𝙰𝙸 | 𝙲𝙷𝙰𝚁𝙻𝙴𝚂 𝙻𝙴𝙲𝙻𝙴𝚁𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora