CHAPTER XIV

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COSETTE

—¿De verdad que no te importa? —le pregunto a Charles.

—Por enésima vez, no —responde, a la par que ríe.

—Bueno, gracias.

Charles y yo estábamos haciendo turismo por la ciudad. El monegasco ha decidido que era buena idea hacerme un pequeño tour por Mónaco, incluso nos hemos subido a su yate. Todo iba correcto hasta que no sabemos por qué, el capitán hizo una mala maniobra que nos hizo resbalar. Para mi mala suerte, me encontraba cerca de las escaleras y caí al agua. Charles tuvo que ayudarme a subir. A pesar de que hacía un sol radiante, hacía frío, por lo que he terminado helada.

—Te sacaré unas toallas para que puedas ducharte.

—Puedo irme al hotel, allí tengo ropa de recambio.

—Cosette, tu hotel está lejos, esto era lo más cercano —dice—. No me importa, de verdad.

—¿Pero vas a tener ropa de mujer aquí? —pregunto.

—Creo haber visto algunas cosas de mi exnovia por aquí —responde, mientras se rasca el mentón—. Me pareció verlas un día que estaba haciendo limpieza...cuando vino a recoger sus cosas.

Denoto cierta tristeza en su tono de voz, por lo que esa ruptura ha debido de ser reciente.

—Puedo ir a buscar ropa —propongo.

—No, no —responde—. Deja que busque, creo que las dejé en una de las habitaciones de invitados.

Asiento con la cabeza. Charles desaparece por el pasillo y yo me quedo ahí en la entrada. No sé muy bien qué hacer. No quiero entrar en su casa sin que me de permiso. Miro a mi alrededor. El apartamento de Charles tiene un estilo minimalista donde las paredes blancas y las obras de arte son el centro de atención de todo.

—Sí, aquí tengo algo —la voz de Charles resuena—. No sé si te quedará bien, Charlotte era un poco más alta que tu...

—Intentaré probarme la ropa.

Charles aparece. En las manos lleva unas toallas de color crema y encima, la ropa. Me mira durante unos segundos y ladea la cabeza.

—¿Qué haces aún en la entrada? —pregunta, con extrañez—. Vamos, entra. Te llevo al baño.

Asiento con la cabeza y sigo al chico. Según camino, me encuentro con que las paredes se encuentran decoradas con grandes obras de arte enmarcadas. Miles de lámparas decoran su hogar, pero todas ellas con ese punto minimalista y elegante. Desde el pasillo consigo ver el salón, en el cual se encuentra un piano blanco.

—No sabía que tocabas el piano —digo.

—Sí, desde pequeño —responde—. Aquí es. Este es el baño de invitados. Tienes de todo en los cajones y en la ducha tienes champú, gel y todo lo que necesites. Si quieres algo más, estaré en el salón.

—De acuerdo, gracias.

Cojo las cosas de las manos de Charles y entro en el baño. Cierro la puerta y le pongo el pestillo. Al igual que el resto de la casa, el baño es de color blanco, muy moderno. La ducha es un plato de ducha de piedra, con una enorme mampara y una ducha estilo lluvia que ocupa todo el lateral izquierdo.

Dejo las cosas sobre el mármol del lavabo y comienzo a desvestirme. Abro el grifo de la ducha para que vaya cogiendo temperatura el baño y cuando está listo, entro.

Tras lavarme el pelo y el cuerpo, cierro el grifo. Cojo la toalla y la enredo alrededor de mi cuerpo. Con la otra, me seco el pelo lo que puedo y comienzo a abrir los cajones que hay bajo el lavabo en busca de un secador. Al encontrar uno me sorprendo. Es verdad lo que decía que había de todo. Me seco el pelo y me peino. Cuando llega la hora de ponerme la ropa me sorprendo al ver que hay de todo, incluso ropa interior. Al ver que esta se encuentra aún con las etiquetas puestas me sorprendo. «Quizás era ropa que se compró la chica y no le dio tiempo a usar», me digo.

𝚂𝙷𝙾𝙶𝙰𝙽𝙰𝙸 | 𝙲𝙷𝙰𝚁𝙻𝙴𝚂 𝙻𝙴𝙲𝙻𝙴𝚁𝙲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora