Amber Y Nelly

- NELLY - 12

30 años.

Miro vestirse a la mujer que mantuve por horas entre mis brazos.

Ha sido un día muy extraño, lleno de emociones y sentimientos desbordantes, pero todo ha valido la pena, después de haber pasado tanto tiempo con ella, después de haberla conocido un poco más.

- ¿Por qué este departamento no tiene nada? - Amber pregunta mirando al rededor - ¿En verdad vives aquí?

Ajusta sus pantalones mientras voltea a verme.

- No, ni siquiera es mi departamento, es de mi padre, pero quería venderlo y yo iba a hacerme cargo, pero... Creo que puedo darle un buen uso.

- ¿Cuál? - pregunta.

- Que este sea el lugar para nuestros encuentros, ¿te parece bien?

- ¿Qué?

Me siento en la orilla de la cama para mirarla más de cerca.

- Escucha, ya sé que necesitas ayuda, así que lo haré, haré lo que pueda, ya que estás poniendo una frontera que divide lo que puedo hacer aquí y lo que no puedo hacer en otro país.

- Lo sé, pero...

- Armaré un caso, te ayudaré a la investigación, pero también quiero verte de otra manera - estiro mi mano para alcanzar la suya - Y yo sé que también lo quieres, pero que es complicado, así que, ven aquí cada vez que tengas oportunidad.

- Pero...

- La llave que traje es una copia, llévatela y ven aquí cada vez que necesites ayuda, o cada que necesites un respiro. No tienes que decirme nada, ni siquiera tengo que estar aquí, solo usa este lugar como un lugar que te desconecte como lo hizo hoy.

Amber me mira con las pupilas dilatadas.

Le gusto, sé que le gusto y mucho.

- ¿Qué dices? - pregunto.

- ¿En verdad estás bien con eso? Sabes que no puedo ofrecerte más que...

- Lo sé - sonrío - Aunque no mentiré, trataré de que me des más cuando haya oportunidad.

- Pero... ¿Y si nunca hay oportunidad? - pregunta con seriedad.

- Entonces, simplemente arreglaremos lo legal - respondo.

Amber abre la boca con intención de decir algo, pero se arrepiente y procede a terminar de acercarse para besarme.

Es la despedida, sé que no la veré en unos días y me hace sentir molestia en el pecho.

- Gracias - susurra.

- ¿Por qué?

- Por todo - planta besos suaves en mis labios - Debo irme... Dime dónde dejaste esa llave.

- Espera... ¿Aceptas? - pregunto con emoción.

- Sí - sonríe ligeramente.

Maldita sea, ya lo entendí, ya entendí todo.

Estoy jodidamente enamorada.

¿Por qué? ¿Por qué tan rápido? ¿Por qué de alguien que no puedo tener?
¿Por qué así? ¡Carajo!

- La llave la dejé en la entrada, la verás fácilmente por la puerta - le digo con la voz temblorosa.

- Bien, la tomaré - se aleja - Hablaremos después.

Y la veo irse preguntándome si en verdad tengo el corazón tan fuerte para verla irse así cada vez que nos encontremos.

- Carajo - me tiro a la cama y cubro mis ojos con vergüenza.