Después de viajar a través de medio país junto a Joel y Ellie, nos asentamos en Jackson, tratando de dejar atrás tanto caos. Por un tiempo, las cosas parecían mejorar y esa nueva conexión con ella en mi vida se convirtió en lo más importante para mí...
Mientras intentaba recuperar la conciencia, mi cabeza palpitaba de dolor. Traté de abrir los ojos lentamente, pero mis ojos no cedieron y me di cuenta de que estaba atado, mis pies atados con una soja y mis manos sujetas firmemente a un tubo de metal. Poco a poco los recuerdos de que había pasado me empezaron a inundar y en ese momento recordé la explosión, la muerte de Destrier y algo más. ¿Dónde demonios estaban Dina y Ellie? No me perdonaría si les había pasado algo malo.
Con un esfuerzo considerable, comencé a abrir los ojos lentamente. La habitación estaba parcialmente a oscuras, pero podía ver claramente la figura de un joven frente a mí. La mirada de desprecio en sus ojos me hizo recordar rápidamente quién era: uno de los desgraciados responsables del asesinato de Joel.
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El joven no perdió tiempo y, con un movimiento brusco, me abofeteó en el rostro, lo que me hizo enojar a un más.
— Veo que por fin despiertas, idiota. – Me espetó con un tono sarcástico.
A pesar de la situación precaria en la que me encontraba, mi enojo comenzó a crecer. Traté de liberarme de mis ataduras, pero el joven se rió ante me intento.
— Me preocupa que no hables. – Hablo sarcásticamente.
— Lo único por lo que deberías preocuparte es que no me libere de aquí. – Le asegure. – Porque te dejare peor que la última vez.
El joven pareció molestarle mi comentario ya que seguramente recordó la golpiza que le propine ese día es esa cabaña. Aunque para mi sorpresa, extrajo una navaja de su bolsillo.
— Muy gracioso. – Respondió mientras apoyaba la navaja contra mi cuello. – ¿Cuántos más son?
Sin mostrar miedo, comencé a ejercer presión sobre mi propio cuello, haciendo que la navaja cortara mi piel y la sangre brotara lentamente.
— Adelante, hazlo. Me ahorras el trabajo. – Le dije con firmeza manteniendo una sonrisa desafiante en mi rostro.
El hombre estaba a punto de cumplir su amenaza cuando un grito desde el fondo de la habitación rompió la tensión.
— ¡Suéltalo! – Exclamó una voz conocida.
Giré mi cabeza hacia la fuente del grito y me quedé asombrado al ver a Ellie, también atada del otro lado de la habitación. La preocupación y el alivio se mezclaron en mi rostro. Sin embargo, mi alivio fue efímero, ya que el joven se acercó a ella para luego tomarla del cabello y presionar la navaja contra su cuello.
— No, no, no. ¡Suéltala, desgraciado! – Grite causando que el sujeto se riera.
— Ahora me dirás lo que quiero... O le cortare la maldita garganta. – Respondió con malicia, sin apartar la mirada de mí
— No puedes detener esto. – Le espeto Ellie mientras el tipo la sujetaba del pelo.
Antes de que algo sucediera, un hombre entró al lugar con una mueca aparentemente descontenta y algo furiosa.
