Seattle día 2: Hillcrest

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Abrí los ojos en medio de la oscuridad, desorientado y aturdido. El lugar donde me encontraba parecía un laberinto sin salida. La tenue luz que se filtraba a través de las grietas revelaba poco, pero era suficiente para que la sombra de una puerta en la esquina de la habitación se destacara ominosamente.

Mis pasos eran titubeantes mientras me acercaba a la puerta, sin saber realmente qué me esperaba al otro lado. Pero entonces, los sonidos comenzaron a inundar mi conciencia. Eran golpes secos, huesos quebrándose, y gemidos de agonía. Mi corazón se aceleró mientras reconocía esos sonidos macabros, pero aún así, una parte de mí no quería aceptar la realidad.

Los golpes continuaban, incesantes, acompañados de gemidos de dolor y súplicas ahogadas. No podía distinguir las voces, pero sabía que alguien estaba sufriendo. Mi mano temblorosa se posó en el picaporte de la puerta, y con un giro lento, la abrí.

Al abrirla, la escena me golpeó como un puñetazo en el estómago. Abby, con una expresión de locura en su rostro, golpeaba incesantemente a Joel con un palo de golf. Cada impacto era acompañado por el crujido de huesos y los gritos de agonía de Joel.

— ¡Ayudame, hijo! – Gritó Joel desesperado. –. ¡Por favor, ayúdame!

El sonido de los golpes era ensordecedor, y la sangre salpicaba por todas partes. Mi cuerpo se sentía congelado, incapaz de moverse, de hacer algo para detener esa pesadilla que se desplegaba frente a mis ojos.

— ¡T/n, por favor! – Suplicó Joel, con lágrimas mezclándose con la sangre que cubría su rostro. – ¡No me dejes!

Mi garganta se cerró, y quise gritar, intervenir, hacer cualquier cosa para detener esa carnicería, pero mi cuerpo estaba inmóvil, atrapado en un silencio aterrador. Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras la impotencia y el terror me abrumaban.

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Hasta que finalmente, me desperté, sudoroso y con lágrimas en los ojos. La pesadilla había terminado, pero la imagen de Joel siendo torturado seguía persiguiéndome.

Intentaba recuperar la calma después de la pesadilla, mis manos seguían temblando. El recuerdo de lo que había visto en mi sueño me perseguía, y me costaba trabajo diferenciar la pesadilla de la realidad. Sin embargo, sabía que tenía que mantener la compostura, por lo que comencé a respirar profundamente, tratando de despejar mi mente.

Finalmente, el temblor de mi cuerpo disminuyó, y pude reunir el coraje para salir del camarín. Mi objetivo era unirme a Ellie, asi que lentamente caminé por el teatro hasta que logré escuchar el sonido de una radio y rápidamente me dirigí hacia allí, en donde Ellie y dina estaba sentadas observando un mapa.

Ellie fue la primera en notar mi presencia y me dirigió una mirada de preocupación. Sus ojos verdes reflejaban una mezcla de alivio por verme bien y una pizca de inquietud. Mi respiración se había normalizado, pero la sensación de inquietud seguía presente. Las palabras de Joel en mi sueño, su agonía, se aferraban a mi mente como un espectro inquietante.

— Ey... – Dijo Ellie mirándome.

— Ey... – Le respondí mientras me agachaba cerca de ellas.

—¿Estas bien? – Me pregunto Dina.

Traté de sonreírles y asentí, rascándome la nuca nerviosamente.

— Sí... estoy bien. – Mi voz sonó algo forzada, pero esperaba que no lo notaran. — ¿Repararon la radio?

Ellie asintió y señaló a Dina, quien tomó la palabra para explicar.

— Era solo un cable suelto. Al parecer encontraron nuestro desastre en la escuela

Look for the dark || Tú en the last of us 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora