21. Vuelta a Madrid

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<< El amor es una canción que nunca termina >>
Bambi

Tras terminar la llamada con Sebastián la cabeza de Amelia volaba, al fin todo parecía ir bien después del caos vivido, el sol estaba saliendo más radiante que nunca para sus días. Después de lo mal que lo había estado pasando todo parecían ser noticias estupendas. Sebas tenía buenas noticias, que sonaba a grandes planes y las cosas con Luisita iban viento en popa.

El camino fue tranquilo, Silvia conducía con Pepa al lado, a la que no tardaba en dedicarle de vez en cuando miradas sugerentes que no pasaban desapercibidas para ninguna de las cuatro. En la parte de atrás, Luisita y Amelia se acariciaban con sus manos con suavidad mientras sus dedos se entrelazaban de vez en cuando, era realmente difícil no observar la complicidad que existía entre ellas.

Luisita se quedó mirando a Amelia en silencio y buscó la libreta en su bolso, era increíble como, aún con la música de Silvia a todo volumen, la mente de la rubia ya estaba a lo suyo.

"Voy a pedirle al cielo paciencia
Que me cuide cuando yo no pueda
Pase lo que pase tú me quieras
Sé que encontraremos la manera
Hacer del mundo un lugar mejor
Aliviar todo dolor
Aunque el camino sea largo
Una puerta que se abre
Un fuego en el pecho
Calor en medio de esta noche de invierno
Sonando en mi coche
Todos los recuerdos
Arde entre algodones
Tu voz y tu cuerpo..."

Levantó la vista por un momento y sintió los ojos de Amelia clavados en sus letras, su mente volaba y recordaba lo ocurrido hace solo unas horas...

"La primera vez,
no pareció la primera vez
Quería besarte,
quedarme en tu mente
Hacer un amarre tu piel y mi piel
La primera vez, Baby,
pareció la número cien
Y tú me besaste como si es la última
Me dejaste pensando en la próxima
No me interesa nada complicado
De lo pasado yo ya aprendí
Entre tú y yo todo sale fácil
Sale fácil, no quiero sonar dramática
Pero esto no es casualidad
Te tengo que confesar
Sabía que esto iba a pasar
Transparente como agua marina
No te hace falta la práctica
Parecía una terna de mora
Ahora tengo flores en el cora"

Amelia no podía dejar de sonreír embobada, observando la cara de concentración de Luisita, mientras leía cada una de las palabras que la rubia escribía con toda su atención. Realmente cuando entraba en plena inspiración y se dejaba llevar por las emociones se veía radiante. No podía negar que esa chica cada vez le gustaba más.

Luisita concentraba sus emociones en su boli, el que ahora mordía, y no pudo evitar mirar de reojo a la morena, sus ojos hablaban a voces, como si pudieran susurrar unas palabras que se añadían a las que ella iba escribiendo. La rubia no pudo más con la intensidad y acortó la distancia que las separaba, besando sus labios con detenimiento mientras acunaba su cara con las manos.

- ¡Qué corra el aire ahí atrás! - Gritó Silvia entre risas.

- ¡Envidiosa! - Contestó la morena.

- ¡Pues mira sí! - Miró de reojo a Pepa, que no podía dejar de sonreír.

- ¿Ah, sí? ¿Estás celosa pelirroja? - Pepa la miraba de manera provocativa y llevaba una de sus manos a la cara interna de su muslo.

Silvia por un momento bajaba la mirada y ver su mano en esa zona despertaba sus instintos más primitivos.

- Oye, ¡Qué corra el aire adelante también! - Luisita se reía y Pepa levantaba las dos manos, mientras Amelia atrás se sonrojaba.

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