19. Cuando hablan los cuerpos

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<< Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos lo hará >>
Julio Cortázar

*Este es un capítulo para leer con un vasito de hielo al lado y algo de discreción... Que luego decís que no aviso🧊🥂

- Tú... - Respondió Pepa sin dudar. - Solo puedo pensar en ti, pelirroja... - Silvia sintió que le faltaba el aire - En tus besos, en tu sonrisa, en tu forma de restar importancia a todo... En tu maldita forma de calentarme constantemente... - Pepa no lo aguantó más y se lanzó a sus labios.

Se besaban con un hambre voraz, ferviente como la pasión que irradiaba sus cuerpos. Pepa agarró las caderas de Silvia y la llevó a la encimera, dejando caer las manos por su cuerpo hasta llegar a la cara interna de sus muslos, donde agarraba con ansia, hasta llevar una de sus manos con descaro a su intimidad.

- Espera, espera... - Decía la pelirroja soltando el amarre y Pepa se sorprendía.

- ¿No quieres? - Preguntó desilusionada - Porque yo no puedo más Silvia... Te prometo que no puedo desearte más... No me digas que vas a ponerte otra vez a cocinar.

La pelirroja, riendo, agarró su mano y la llevó hasta su habitación, Pepa no rechistó, tan solo miraba su escultural cuerpo, del que tenía una vista privilegiada en aquel momento.

- No voy a cocinar, pero si vamos a cenar, y no quiero que nos vuelvan a interrumpir... - Aseguró cuando puso el cerrojo a su puerta y la miró como un cazador cuando tiene a su presa a tiro.

- ¿Todas tus ideas son tan buenas? - Preguntó la cantante, dando un paso al frente para acercarse más a ella.

- Puedo tener mucha imaginación... - Admitía mientras sus manos ya se perdían por las curvas de la cantante.

- Me muero por comprobarlo... - Ansiosa se quitaba la chaqueta y la dejaba caer al suelo, ante la atenta mirada de la pelirroja que no perdía detalle.

- En el piso queda mejor... - Aseguró.

Pepa dio un paso al frente para acercarse aún más a ella, dejando sus manos llegar a esa piel que tanto la llamaba a gritos. Deslizaba sus dedos con delicadeza por los tersos brazos de Silvia, que expuestos por la camiseta de tirantes que vestía atraían su atención. La pelirroja por un momento cerró los ojos dejándose llevar por aquella sensación tan placentera, pero poco le duró, pues era incapaz de estar quieta.

Silvia iba a mover las manos cuando se vio sorprendida por Pepa, que tras pasar las yemas de sus dedos por cada recoveco de su silueta acarició su escote y agarró su cabello, dando un pequeño tirón que hizo que la pelirroja llevase la cabeza hacia atrás mientras dejaba salir un quejido. Pepa pasó la lengua por su cuello y después mordió su barbilla. El gesto desató la locura de la pelirroja, que encendida no iba a tardar en dar respuesta.

Silvia agarró la cara de Pepa con ambas manos y empezó a besar sus labios con una lujuria que a estas alturas estaba totalmente desatada, el calor y las ganas dominaban por completo sus impulsos, que eran imparables. La pelirroja llevó las manos a sus caderas y movió a Pepa con rapidez hasta una de las paredes, donde la empotró sin delicadeza, emitiendo un fuerte sonido con el contacto. La cantante dejó salir un gruñido ronco, tan cargado de deseo como su propio cuerpo, su piel ardía y su sexo empezaba a entrar en ebullición, su corazón palpitaba con fuerza y su intimidad no se quedaba atrás.

Al tenerla contra la pared Silvia aprovechó para llevar las manos al borde de su camiseta y deshacerse de ella, sus ojos se detuvieron en sus pechos, liberados, tan expuestos para ella, pues Pepa no llevaba sujetador. Las manos de la pelirroja fueron las primeras en llegar a ellos, sin delicadeza, primero apretó, sacando un gemido del interior de la cantante, que vino acompañado de un jadeo placentero al sentir que pellizcaba sus endurecidos y sensibles pezones. Bajó su boca y lamió con detenimiento para después atrapar con sus dientes la piel de la cantante, que dejó salir un sonido de placer por sus labios.

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