58. Sí, quiero

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Para un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona
Mignon McLaughlin

El gran día había llegado, Pepa y Silvia iban a sellar su amor estampando sus firmas en esos papeles que por un lado nunca esperaron firmar, y, por otro, despertaban cierta ansiedad en su interior por la incertidumbre de la espera. Pepa paseaba por la habitación donde se había vestido de lado a lado, nerviosa, su hermano, Paco, se acercaba a ella intentando calmarla, pero era una misión verdaderamente complicada.

-¿Dónde está Luisita? ¡El día que repartían puntualidad esta chica se quedó dormida! -la diva se ponía cada vez más nerviosa y movía sus piernas de tal manera que parecía ir a realizar una excavación.

Su hermano intentaba calmarla pero ella estaba realmente nerviosa, no sabía nada de su boda, Silvia había puesto todo su esmero, con ayuda de Amelia y Loki, en cada detalle y no saber la llenaba de impaciencia, aunque tenía que reconocer que el esfuerzo de su chica por sorprenderla la encantaba, y más teniendo en cuenta la alergia que la pelirroja aseguraba tener a este tipo de eventos.

-¡Joder! ¡Ya era hora rubita! -resopló al ver aparecer a su amiga.

-¡Perdón! Tuve que hacer unas gestiones antes de venir -se excusó recolocando su vestido.

-¡Gestiones profundas! -miró a su hermano-. Déjanos solas un minuto, porfi.

Paco salió de la habitación y Luisita terminó de colocar los pendientes a su amiga para después contemplarla con detenimiento.

-¡Estás increíble Pepa!

-Increíble estás tú, has recuperado los orgasmos de una semana en unas horas, follando el día de mi boda, ¡Te parecerá bonito!

-La verdad que sí -sonreía con orgullo-, ¿No dijiste que eso es lo que hacen las damas de honor? Estoy cumpliendo, además tengo claro que tú harás lo mismo el día de la mía -Pepa abrió los ojos como platos.

-¿La tuya? -Luisita carraspeó.

-Algún día, quiero decir -su mente voló al imaginarlo.

-Estoy muy nerviosa, ¿Y si no viene? ¿Y si no me gusta algo y no sé fingir? ¿Y si se cumple la pesadilla de Amelia? ¿Y si no le gusta mi vestido? ¿Y si no se da cuenta de que no llevo bragas? -tras la última pregunta Luisita dejó salir una carcajada que provocó la detención de los y sis de Pepa, que parecía no tener freno.

-¡Vendrá! Te va a encantar todo, lo de Amelia fue una mala pesadilla típica de culebrón, le va a encantar tu vestido porque estás preciosa y estoy segura de que comprobará antes o después que tú regalo para ella es no llevar ropa interior. Estoy segura de que más pronto que tarde.

-¿Cómo estás tan segura?

-Porque es Silvia, ¡Pepa! Esa mujer te quiere por encima de todas las cosas, ha sido capaz de dejar a un lado su inseguridad y su negativa al compromiso por ti. Te recuerdo que cuando os conocisteis te dijo que tenía el corazón guardado en un cajón y lo único en lo que pensabais las dos era en el sexo.

-Hay cosas que no han cambiado tanto.

-Tú has cambiado mucho, para bien -Pepa sonrió-. Antes de que Silvia apareciese en tu vida estabas en una relación dañina que irradiaba toxicidad, ahora derrochas felicidad, ilusión, ternura, ¡Sois una pareja perfecta! Estoy segura de que cualquier día mearas purpurina y vomitaras arcoiris.

-¿Tan ñoña me he vuelto?

-Un poquito.

-Tú también.

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