-Mira, entramos en esta.-dice Verónica señalando la tienda donde hace unos días los chicos habían robado.
-Pero esta... es que... la ropa que hay es horrorosa, nena.
-¿Sí? Me dejas muerta.
-Vamos mejor a esta otra.
-Vale.
***
-Eso te queda muy bien.-opina Christian.
-¿De verdad?
-Claro.
-Irina... lo de antes...
-Tranquila, no pasa nada.
-¿Cuánto cuesta?
-Setenta y nueve con noventa y cinco.
-¿Es un poco cara, no?
-Sí... esto te lo pago yo.
-¿De verdad? Gracias Irina.
-Christian, ¿qué haces? ¿cómo que tú pagas eso?
-Es un regalo, no pasa nada.
-Sí que pasa, son ochenta euros.
-Setenta y nueve con noventa y cinco.
-Buenos días.-saluda el dependiente.
-Buenos días.
-Pues serán... setenta y nueve con noventa y cinco, ¿en efectivo o tarjeta?
-Tarjeta, tome.-Christian le tiende una tarjeta de un club de copas al dependiente.
-Perdone, señorita, esta tarjeta no es.
-Huy, perdone, qué despiste.-le tiende otra, esta vez es la correcta.
-Gracias.
-Adiós.-cogen la bolsa con la ropa.
-¿Quieres que vayamos a comer al restaurante de aquí al lado nena?
-Oh, vale.
***
-¿Qué vais a pedir, chicas?
-No sé, yo creo que esto.-Roberto señala el nombre del plato en la carta.
-Pues yo quiero un chuletón de buey.
-Irina...-dice Mario.
-¡Yo también!-exclama Verónica.
Un minuto después llega el camarero, un hombre bajo y delgado, con aspecto chino y acento americano que lleva los labios maquillados. Roberto ríe al ver que ese hombre también lleva los labios de rojo putón. El camarero les toma nota y se va andando al estilo Heidi con una bandeja en la mano casi haciendo malabares.
-Chicas, gracias, lo he pasado muy bien con vosotras.
-Aún no ha acabado.
El mismo camarero trae los platos a paso Heidi oficial, los clientes del restaurante le observan, saben que en cualquier momento tirará algún plato.
-Aquí tienen.
-Mmm...
-Gracias.
-¿Sabeis... ? Vosotras sois... no sé... diferentes a las otras chicas, por ejemplo pequeños detalles como regalarme la chaqueta esa tan cara, o cosas como esto.
-¿Cómo qué?
-Nunca me había pedido un chuletón de buey cuando voy con mis amigas de comida, ellas no lo harían, tengo hambre ahora mismo pues eso, vosotras en cambio sí, sois muy naturales.-Verónica come y se mancha los labios de salsa.