Capítulo 10

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Las once de la mañana, ¿realmente son las once de la mañana? ¡Entonces ya es el cumpleaños de Mario, que sigue durmiendo y parece que es el único, sus amigos han madrugado, ¿para qué? Para ir a por un precioso chihuahua.

—¡¡FELICIDADES!!—gritan Christian y Roberto a la vez.

—¡No, Adriana, cariño, ahora no es momento de que me… ¡AHH! ¿Qué coño es eso que me esta chupando en pantalón?—grita Mario al ver el perro en su cama.

—Oye, no le grites así a esta preciosidad, por cierto, ¿qué le decías a Adriana mientras dormías?

—Nada, era un sueño, ¡Dime ya que es ese perro!

—Es un chihuahua, nos pediste para tu cumple un chihuahua, felicidades cada año estás más cerca de la revisión de próstata.

—Christian, Roberto… ¡os pedí un chihuahua normalito con su pelo de color natural no con una cresta de color rosa!

—Oh, eso, es que lo llevemos a una de esas peluquerías que hay para perros pijos y el peluquero se empeñó en que le quedaría muy bien.

—¿A ti te parece normal que le hayáis hecho una cresta rosa y que lleve puesto un chalequito de policia de color morado? Dímelo, en serio.

—Pues yo lo veo una monada.

—¿Es macho?

—Sí, no le hemos puesto nombre aún, por eso ves que no hace ni puto caso.

—O sea que le tengo que poner un nombre.

—Ehem, ehem, de nada eh…

—Gracias chicos, la verdad es que es precioso, no pensé que me lo regalaríais.

—Que poco confías tú en nosotros, nos conocemos desde los seis años.

—¿Cuánto os ha costado?

—Eso no lo podemos decir.

—Bueno, vale. Y una cosa… ¿por qué lo habéis llevado a la peluquería y a comprarle el chalequito ese?

—Pues… ¿por qué lo hemos llevado, Rober?

—Para que te lo encontrases guapo.

—Eso.

—¿Quién es mi chiquitín guapo? ¿Quién? ¿Quién? Tú, precioso, tú, te voy a llamar…

—No le pongas un nombre ridículo, por favor.

—Rookie, como es nuevo.

—Bueno, vale.

—¿Qué come?

—Pues comida, ¿qué va a comer?

—¿Le has comprado algo de comer?

—Sí, claro, también, caviar.

—Voy a darle una albóndiga de las que hiciste tú ayer, a ver si se la come.

—Oye, que esas albóndigas las hice yo con mucho amor.

—Pues eso, a ver si le gusta.

Mario baja de su habitación hasta la cocina y saca una albóndiga de un tupper para dársela al chihuahua.

—¡Rookie, toma, toma!

—¡Anda, pues le gustan!—exclama Roberto.

—Claro, con lo bien que cocino.

—¡Toma, otra!

—No lo cebes.

—Hay que comprarle pienso.

(SIN EDITAR) ¡Píntame las uñas de color rosa! (TIENE ERRORES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora