Desde la habitación llena de aparatos electrónicos traídos del mismo infierno llamados “PlayStation” de Christian se escuchan unos gritos espantosos acompañados de llanto y mocos, sí, mocos, ahí abajo hay alguien en pleno proceso de exorcismo.
Christian emocionado por si se trataba de una grabación de la película “Scary Movie” en su propia casa, baja corriendo las escaleras a velocidad extrema para pararse en seco justo en frente del sofá el cual está rodeado de una montaña de clinex moqueados.
—¿Mario? ¿Estás bien?
—¿Qué quieres? —el grito se escucha hasta en el lugar donde fabrican aquellas maliciosas PlayStation.
—A mí no me grites nano.
—Lo siento, dame un abrazo.
Christian vuelve a mirar aquella montaña de mocos perfectamente comparable con las pirámides de Egipto.
—Yo ahí no paso.
—Tío, ¿las mujeres son… de otra galaxia o algo?
—¡No jodas! ¡Te ha dejado Adriana! ¡Lo sabía!
—¿Y tú cómo sabes eso?
—Sólo moquearías si pierdes a la Play o si el pivon de novia que tenías te deja.
—Es una… una… zorra.
—¿Qué ha pasado?
—Se ha tirado a un gilipollas.
—Buah, aceptalo nano.
—¿El qué?
—Esa tía era mucho para ti. Nosotros somos… más… feuchos, ya es casualidad que se haya fijado en ti…
—¿Sabes qué, Christian? ¡Vete a la mierda!
—¡Hey, tío! Va olvídate de esa y levanta el culo del sofá.
—Vale.
—Oye… Mario…
—¿Qué pasa?
—Tienes… tienes un moco, ahí.
—Oh, es verdad, ya está.
—¿Puedes recoger todo eso del suelo… y del sofá?
—Sí, sí, voy.
Mario se levanta del sofá y destroza la píramide Egipcia de clinex. Con cuidado los tira todos dentro de una bolsa de basura.
Christian va a la habitación de Mario en busca de a saber qué y entre todo aquello tirado por el suelo, encuentra un tanga rojo que le parece muy sensual.
Baja las escaleras hacia el salón a la misma velocidad de hace apenas diez minutos con el tanga rojo sensual en su mano.
—¡Mario! ¿Tú de qué tienes esto?
—¡Suelta eso! Es de Adriana.
Christian se quita la ropa y agarra el tanga por los extremos, se dispone a ponérselo.
—¡¿Pero nano, ¿qué estás haciendo?
—Me queda bien, ¿a qué sí?
—Tío, Christian, quítate eso.
—¡Cómo me marca el paquete!
—Tampoco hay mucho que marcar.
—¿Me has mirado los huevos?