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En el avión, de regreso a Roma, Paulo se sentó al lado de Leandro como si la conversación de la noche anterior no hubiese existido, porque después de diez años, la honestidad cruel de Leandro ya no iba a lastimarlo. De todas formas, no hablaron mucho porque Leandro iba con la tablet jugando jueguitos y Paulo se mensajeaba con Lorenzo que estaba sentado unos asientos más atrás.

El resto de la semana fue de descanso para Paulo, solo tuvo que ir al club a hacerse los estudios y la kinesiología correspondiente para tratar su fatiga muscular. Si bien no era nada grave, tenía que hacer reposo y estar unos días fuera de la cancha, eso ocasionó que Paulo tuviera que darse de baja del partido contra el Milan y de las Eliminatorias de Septiembre con la Selección.

El partido contra el Milán fue desastroso, perdieron y quedaron con nada más que dos puntos de los nueve que se supone que debían tener después de tres fechas jugadas. Paulo, una vez más, estuvo en las tribunas, recién bajo al finalizar el juego y se dirigió a los vestuarios con el resto del equipo.

—Paulo —escuchó la voz de Leandro detrás de él cuando estaba en su lugar del vestuario.

—¿Qué pasa?

—¿Cómo estás? ¿La lesión bien? 

—Sí, el martes ya vuelvo a entrenar por suerte. Me jode un poco no poder ir para Argentina, pero bueno en Octubre será. ¿Vos cuándo te vas?

—Mañana salgo para allá.

Paulo asintió porque no sabía que más decir y Leandro lo miró por unos segundos y después caminó hacía las duchas. Paulo buscó con la mirada a Lorenzo que aún tenía la equipación puesta, a excepción de la camiseta, y la cinta de Capitán todavía estaba alrededor del brazo. El ojiverde esperó a que el resto se fuera a las duchas y se acercó.

Hola —dijo el cordobés. Coloco sus manos en los bolsillos de sus jeans para evitar tocar a Lorenzo porque en cualquier momento podría aparecer alguien.

Paulino —sonrió Lorenzo. Paulo sabía que Lorenzo estaba enojado y frustrado por el resultado del partido, pero la sonrisa que le dedicó era genuina —. ¿Cómo estás?

Físicamente mejor.

Ya vendrán tiempo mejores.

Paulo se lamió los labios y asintió. Tenía la esperanza de que las cosas iban a mejorar para el equipo e iban a empezar a ganar. 

—¿Querés salir? Es viernes y después te vas a jugar las eliminatorias y no nos vamos a ver por unos diez días —habló Paulo mientras notaba que una de sus manos ahora estaba en el hombro desnudo de Lorenzo y la otra se enganchaba en la cinta de Capitán. 

—Sí, vamos —fue la respuesta de Lorenzo, aún con una sonrisa adornando su rostro. Al parecer, no le molestaba tener las manos curiosas de Paulo sobre su cuerpo —. ¿Me dejas ducharme? 

Paulo dijo que sí y estaba a punto de agregar que él podía acompañarlo pero, recordó que estaban en el vestuario a metros de sus amigos y compañeros. Después de dejar un beso en la mejilla de Paulo; Lorenzo desapareció en dirección a las duchas y Paulo decidió salir del vestuario y esperarlo en el estacionamiento. 


Paulo sabía que, inevitablemente, eso iba a suceder. Solo esperaba que sus médicos no se enteren, porque se suponía que él tenía que hacer reposo y no hacer esfuerzo o movimientos bruscos y, tener sexo no era un tipo de reposo. Tener sexo en el asiento trasero de un auto, definitivamente, no lo era. 

todos los caminos conducen a roma 🐺 paulo dybala, leandro paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora