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Paulo casi murió cuando la relación que tuvo con Leandro Paredes terminó. Bueno, hablar de muerte era un poco exagerado... o capaz no, porque Paulo tenía diecinueve años y Leandro fue su primer amor, su primer novio y también el primero en romper su corazón.

Todo marchaba bien, Paulo estaba jugando en el Palermo y Leandro también logró dar el salto a Europa cuando la Roma lo fichó, no iban a estar en la misma ciudad pero si en el mismo país.

-Alquilé un departamento acá en Roma -confesó Paulo, una noche que iban en el auto de Leandro saliendo del Estadio Olimpico.

-¿Sí?

-Ajá -Paulo jugó con sus dedos un poco nervioso. Y Leandro solo le dedico una sonrisa cuando el auto se detuvo en un semáforo. Paulo esperó que dijera algo más pero, Leandro últimamente no decía mucho.

Paulo y Leandro usaron el departamento que el cordobés alquiló solamente por tres meses hasta la fatídica noche.

Era Diciembre y era 2012. Todas las teorías apuntaban a un fin del mundo que nunca llegó, excepto para Paulo; ese dos de Diciembre fue el fin de su relación y se sintió como el fin del mundo para él.

Paulo prefería no pensar mucho en esa noche, casi no recuerda nada... Mentira, se acuerda de todo. Recuerda haber salido corriendo del departamento en una de las calles principales de la capital italiana, recuerda llegar a una plaza a unas pocas calles y sentarse en un banco a llorar por lo que parecieron horas.

Recuerda también que Leandro no fue a buscarlo.

Después de esa noche, Leandro volvió a contactar a Paulo en Navidad. Empezó como un saludo nada más, Paulo estaba en Córdoba e ignoró a todo lo que estuviera a su alrededor y no se despegó del celular con la esperanza de que Leandro decidiera volver, decirle que fue un error romper, que ese dos de diciembre enloqueció y no pensó las cosas con claridad.

El reloj marcó las 00 horas del veinticinco de diciembre del 2012 y Leandro mandó el mensaje que Paulo estaba esperando... Feliz Navidad. Te amo, Paulo. Continuaron hablando el resto de la madrugada y alrededor de las cuatro de la mañana, hora de Argentina, Paulo notó que Leandro estaba borracho. En Italia ya era casi mediodía así que le dijo que se vaya a dormir y cuando Leandro dejó de responder, el cordobés supo que le hizo caso.

Paulo esa madrugada se durmió con una sonrisa, sonrisa que no iba a durar mucho. Porque cuando despertó, lo primero que hizo fue agarrar el celular y ver que Leandro no volvió a escribir, entró a whatsapp y vió al porteño en línea.

¿Por qué no le escribió?

Paulo: Hola, Lea. Buenos días ❤️

Leandro siguió en línea pero cinco minutos después leyó el mensaje de Paulo. Se desconectó, volvió a conectarse y media hora después, recién respondió.

Leandro: perdoname paulo, esto no tuvo que pasar. Estaba en pedo y solo quería saludarte... no cambia mi decisión.

No.

No.

Paulo no respondió y eliminó el chat, así como también el número de Leandro. Decidió poner el celular a cargar y salió de la pieza para ir al baño, escuchó las voces de sus familiares en el comedor, todos celebrando la Navidad, iba a tener que salir, sentarse en la mesa y fingir que no le dolía cada parte del cuerpo, empezando por el corazón que Leandro lo había dejado tirado y roto en miles de pedacitos por segunda vez en menos de un mes.

Pasaron los meses y también los años. Paulo fichó con la Juventus, tuvo otras relaciones, conoció personas, se acostó con ellas. Superó el dolor que Leandro dejó en él, siguió adelante pero nunca llegó a enamorarse, al menos no de la forma en que se enamoró del chico de Boca.
De él no supo mucho, después de medio año donde stalkeó a Leandro y donde cada vez terminó llorando toda la madrugada escondido bajo el acolchado de su propia cama, le perdió el rastro.

No fue hasta que empezaron a ser convocados para la Selección que Paulo volvió a saber de Leandro. Paulo podía estar en el mismo lugar que él por unas horas, unos días pero no estaba interesado en tener una amistad con él.

El período de tiempo en el que más compartieron un espacio fue diez años después, durante el Mundial de Qatar, porque tuvieron que compartir habitación en la Universidad donde se quedaban.

Al principio no hablaron mucho, Paulo se quedaba un rato más en las canchas de entrenamiento para volver a la habitación lo más tarde posible, ducharse y una vez en la cama, dormirse sin problemas. Pero, a medida que fueron avanzando, ganando cada partido, a excepción del primero, Paulo había dejado de lado los rencores del pasado y hablaban un montón antes de dormir. Eso sí, siempre de los partidos.

-Boludo, de pedo no te pusieron roja -dijo Paulo sentado en su cama.

-Me la venía venir, pero después del empujón que me comí...

Horas antes se disputó el partido contra los Países Bajos y Leandro había pateado contra el banco de suplentes y todos se fueron al humo.

-Pero bueno, estamos en la semi -siguió Paulo, contento, porque este era su segundo mundial y en el anterior apenas llegaron a octavos.

-Paulo yo... -Leandro bajó un poco el tono de voz y ahora estaba mirando a Paulo.

El cordobés le devolvió la mirada. Lejos había quedado el adolescente del que se había enamorado, ese que fue todo para él. Ahora Leandro era un hombre y, si no fuera su ex, Paulo estaría encantado de ir a la cama con él.

Pero así como Leandro ya era un hombre adulto, Paulo también. Ya no tenía diecinueve años e intuía a dónde Leandro quería guíar la conversación, ese tono de voz, esa mirada, como tanteando terreno... No Lea, pensó Paulo, no vamos a hablar del pasado, no quiero revivir un momento tan doloroso y traumatico en este momento tan feliz. Estamos a dos partidos de ser los próximos campeones del mundo, no lo arruines.

Paulo continuó hablando de la semi final, del partido contra Croacia y Leandro solo se quedo callado, acotando de vez en cuando pero, no volvió a insistir con cambiar de tema.

La Selección logró pasar a la final con un 3 a 0 impecable. Junto con ellos, un país entero celebró y Paulo pudo sumar unos minutos en la final, así como patear uno de los penales y ellos fueron los Campeones del Mundo.

Antes de volver a Italia, y después de tanto festejo, Paulo viajó a su pueblito en Córdoba. En su pieza, se permitió llorar por última vez como lo había hecho diez años atrás porque el sueño que alguna vez había compartido con Leandro se cumplió para los dos, solo que en ese momento ya no quedaban rastros de esos adolescentes y tampoco del amor que alguna vez sintieron.

todos los caminos conducen a roma 🐺 paulo dybala, leandro paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora