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El Partido contra el Genoa marcó un antes y un después en la relación de Paulo con Lorenzo; ellos no eran nada, ni siquiera habían acordado una exclusividad. Entonces, ¿Por qué le dolia tanto tener que tomar distancia del italiano? 

A la Roma le estaba yendo para el culo en la tabla de posiciones. Solo habían ganado un partido y, el descontento por parte de los dirigentes y la hinchada era cada vez más notorio. Por esa razón, Paulo tomó la decisión, porque era el deber de los dos tener la cabeza totalmente enfocada en los partidos, en ganar, porque ya no había lugar ni siquiera para un empate. 

Lorenzo le dijo que no creía que su relación tuviera algo que ver con el desempeño que tenían en cancha pero, que respetaba la decisión de Paulo. Y Paulo casi se puso a llorar cuando el italiano dijo nuestra relación y estuvo a punto de decir que se olvide de todo, que estaba pensando cualquiera, que sigan cómo estaban...

—¿No hay nada que pueda hacer para que cambies de opinión? —Preguntó Lorenzo, los dos estaban encerrados en el cuarto donde guardaban la indumentaria para los entrenamientos. 

No. Pero no lo veas como un final de nuestra historia —murmuró Paulo. Se acercó a dejar un casto beso en los labios de Lorenzo y salió casi corriendo del cuarto, antes de arrepentirse de la decisión que había tomado.

Paulo se tardó más de lo esperado en las duchas porque no quería cruzarse ni hablar con nadie, sin embargo, una vez que estuvo vestido y que salió de las instalaciones se encontró con Leandro en el estacionamiento; el de ojos celestes estaba apoyado en su auto, en el de Paulo, una clara señal de que lo estaba esperando. El cordobés no tenía ganas de pelear, así que suspiró y estaba por pedir amablemente que salga de su auto y se vaya pero, Leandro fue el primero en hablar. 

—¿Podemos hablar? 

—¿Sobre qué? —Quiso saber Paulo, mientras buscaba las llaves del auto en su mochila. 

—Lo que pasó la otra noche, en el restaurante.

—Creo que te deje bastante en claro mi opinión al respecto.

—Ya sé —dijo Leandro y dió un paso para estar más cerca de Paulo — y entendiste cualquiera. No lo hice de forro, ni para hacerte sentir mal. Solo quería, no sé, recordar. 

—Leandro, pasaron once años —Paulo volvió a suspirar. Era totalmente injusto que Leandro apareciera de la nada a decir las cosas que Paulo esperó por años. Los años que duró su duelo; años que pasó noches enteras llorando por el de ojos celestes.

—¿No tengo ninguna chance? 

—Lo único que puedo y quiero ofrecerte ahora mismo es una amistad —el cordobés se encogió de hombros. Hasta hace un tiempo, no podría ni siquiera ser su amigo. Ahora estaban en el mismo club; Paulo veía más a Leandro que a su familia, así que tendría que hacer el esfuerzo. 

—Esta bien —dijo finalmente el más alto. Paulo estaba decidido a subirse al auto e irse lo antes posible, sin embargo, Leandro se acercó más, hasta que su boca quedó pegada a la oreja contraria y murmuró —, pero te voy a conquistar, ya vas a ver —dicho ésto dejó un beso debajo de la oreja de Paulo, porque él sabía que esa era una de las zonas más erógenas del cordobés, y se alejó en dirección a su propio auto. 

Paulo se quedó sin palabras. Con ganas de gritarle que se vaya a la puta que lo pario pero, a la vez, totalmente tieso por el beso y la declaración.

Tres días después, Paulo decidió enfocar toda su atención en el partido y dejar de lado sus pensamientos sobre Lorenzo y Leandro. Había mucha presión sobre los hombros de los jugadores del equipo romano, tenían que ganar o ganar y, los planetas debían estar alineados a su favor, porque lograron la victoria tan esperada con dos goles a favor. Uno de los goles fue hecho por Lorenzo quién, al igual que Paulo, salió unos minutos antes de que el juego termine y Paulo aprovechó que estaban un poco apartados de los demás en el banco de suplentes y se acercó a felicitarlo por el gol. 

todos los caminos conducen a roma 🐺 paulo dybala, leandro paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora