Ella está esperando sentada en la boda de su hermana, boda a la que se arrepiente de haber venido. Cuando una chica pelinegra ruluda y bajita aparece de repente a su lado, lo único que pude pensar en cuanto la vio es que a Willy Wonka se le había escapado un umpa lumpa, se ve de verdad pequeña ¿medirá cómo 1.60? Bueno comparado con su 1.73, ella es bajita.
—Hola, perdón ¿Está ocupado? —la mira sin reaccionar— el asiento... llegué tarde y no sé dónde sentarme —sus ojos negros son profundos, está segura de no haber conocido a nadie con esos ojos oscuros antes.
—¿Vienes de parte del novio o de la novia?
—¿De ambos? De cualquiera, solo necesito un lugar donde...
La marcha nupcial comienza a sonar, todos se levantan y le extiende la mano, corriéndose un poco para hacerle lugar a su lado. Ella iba a irse, pero se quedó. Miramos todos a la puerta de entrada, dónde su hermana viene entrando, se ve tan hermosa vestida de blanco.
—Mierda —susurra ella a su lado— creo que me equivoque de boda.
—¿Qué? —hablan susurrando.
—Que me equivoqué de boda. Ella no es Ling Ming y él no es Shang Mei.
—Pues no, mi hermana no tiene ni el nombre ni la pinta de ser oriental.
—Puta madre —dice ella y una señora voltea para mirarla mal— perdón, perdón.
—Creo que mejor me voy. No conozco a nadie —mira la tarjeta de invitación en su teléfono— no puede ser —se da una palmada en la frente— la boda es aquí, pero es mañana. Sé que soy puntual —pero no hoy— pero esto es demasiado puntual, incluso para mí.
—La toma del brazo, evitando que huya— Ya estás aquí. Qué más da ¿comida gratis? Soy Montserrat la hermana de la novia —le extiende la mano y ella la aprieta con gusto— ahora ya conoces a alguien. Si alguien pregunta somos amigas, ya luego te presento a algunas personas —su tía rechista haciéndonos callar.
La ceremonia transcurre como estaba planeada sin más percances, la verdad es que Montserrat siempre ha desentonado con su familia, jamás me se ha llevado muy bien con ellos y tener a alguien aunque sea una extraña con ella ahí, no se ve tan mal. Después de todo ella no es menos extraña que esta mujer que se acaba de colar en la boda.
—Soy Abigail por cierto —se acerca susurrándole al oído.
Se mantienen juntas hasta llegar afuera y ver como los novios caminan entre una lluvia de arroz que cae encima de sus cabezas, siempre le ha parecido algo molesto y un desperdicio, tirar comida que perfectamente podría ser donada, pero esta no es su boda y a ellos, una clase privilegiada, le importa menos que una mierda derrochar.
Su hermana se ha agarrado el pez más gordo de la red y no lo digo por el tamaño de su cuñado, Dios, no es una gordofobica, sino porque su billetera está totalmente llena y por supuesto que sus padres encantados con James Matthew Hamilton tercero ¿Tanto protocolo para un nombre? Ella es la cuarta de su familia en llamarse Montserrat y no se presenta con tanto título de por medio.
Pero su aversión a la aristocracia y la clase alta no viene de ahora, ni siquiera por que su hermana Sir Imbécil más grande, le haya restregado desde que le quitó a James, quién primero fue su mejor amigo. Okay quizás estoy exagerando y quizás suene resentida y quizás ella lo sea. Ya perdí el punto de a lo que iba, a sí, su aversión a la aristocracia, los odia desde hace años cuando intentaron ambos emparejarla con el primo idiota de James, Sir papanatas Lagndom, Arthur, no Arturo como le gusta decirle para hacerlo enojar, Sir Arthur de Kingston Valley segundo, con mal aliento. Parece que se les acaban los nombres y eligen repetir alguno de la familia. Arthur es el prototipo de la antítesis de James, atlético, jugador de polo, pero no tan rico y no tan fiel como su cuñado.
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Dulce como la miel
RomanceLos hilos que las unen, se enredaran para acercarlas y quizás las diferencias entre ambas no sea tan notorias como creían, porque habrá algo que pese más que las diferencias que hay entre ellas, eso será el amor que sienten la una por la otra. La c...