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Abigail va llegando a la ciudad cuándo recibe una alerta y la aplicación del chip se activa abriendo el GPS. La señal se mueve, y entra una llamada de Sharon.

—¡ABIGAIL SE LO HA LLEVADO! Perdón, no sé cómo pasó, pero ví cuándo se lo llevaba, no puede hacer nada.

—Lo sé —dice ella acelerando mientras su auto cambia al formato deportivo—, me acaba de entrar la señal. Comunícate con Montserrat, la tenemos que mantener al tanto, dile a Simba que llame a Úrsula, que le preste el avión de la compañía y le explique la situación. En una hora recupero a Demian.

Corta y corre por la autopista a toda velocidad, claro que sus maniobras llaman la atención de la policía que la sigue por las calles, ella con la ubicación del GPS se acerca a dónde la señal se detuvo, un barrio dónde ni siquiera Dios se atreve a entrar. Llama a su gente para pedirles el favor de perder a la policía, autos y camiones le cortan el paso a los vehículos. Dos motos la siguen delante una vez que les explicó la situación en la que está, si hay niños de por medio y más siendo el hijo de ella, su gente la va a ayudar a llegar a él, sea como sea. Estaciona en un garaje, y se sube a una de las motos mientras guía al piloto siguiendo las indicaciones, el auto es demasiado vistoso y la moto se puede meter por cualquier lado.

Llegan a un complejo de apartamentos en prácticamente ruinas, se baja con diálogo de la mano y un arma en la cintura atrás de la espalda. Sus acompañantes llegan hasta la puerta y la dejan, ya están haciendo demasiado al meterse en territorio rival, no pueden entrar ahi y desencadenar una guerra.

Entra luego de pelear con tres imbéciles que se interponen a su paso, no tiene tiempo para estas estupideces de territorio, tienen a su hijo.

—Hola —el niño tose— ¿Demian?

—¿Abigail?

—Sí, campeón soy yo ¿campeón puedes decirme dónde estás? —noqueo al tipo con diálogo, el que tenía la señal GPS, pero no ve a Demian— no te encuentro. Puedes ver por una ventana y decirme que ves —Montserrat le había pasado el número por el cual le llamaba el niño hace tiempo.

—Mi mamá me encerró Abigail, yo quiero volver con Sharon.

—Volveras campeón. Pero ahora necesito que te acerques a una ventana y me digas que ves —el niño llora— estoy yendo por ti.

—Hay humo Abi —él tose— no llego a la ventana, está muy alta en el baño.

Ve una casa en ruinas quemándose, mientras le sale humo por todos lados, Abigail baja corriendo del edificio por las escaleras, si quitarle la vista de encima a la casa.

—Demian sacate la remera, ponla debajo del agua, tapate la boca y la naríz. Ya voy, no me cortes cariño sigue hablándome, cuéntame algo ¿que han comido ayer? ¿Cuál es tu dibujito favorito?

—Ella sigue corriendo— No sale agua Abi ¿Qué hago? La puerta está caliente, no puedo abrir.

—Ya llego campeón, ponte la remera en la naríz y boca —entra a un departamento de una patada, sin importarle quiénes están adentro, se saca la remera y campera metiéndola bajo el agua, quedando en brasier— llama a los bomberos, mi hijo está ahí adentro ¿Demian? ¡Demian!

Le dice a la mujer que le grita intentando sacarla mientras amamanta a su bebé, cuando ella le dice esto y ve el humo salir de la casa, toma su teléfono y llama a los bomberos. Abigail corre, de una patada deriva la puerta principal, y una llamarada de fuego sale, todo arde adentro llama a Demian a los gritos.

—El baño.

Entra pateando todo a su paso, abre una puerta y para su desgracia ve una persona ardiendo bajo las llamas. Pega otra patada y ve a Demian tirado en el piso del baño con la remera en la boca, lo cubre con su campera mojada, y le cubre la boca con su remera mojada y como puede sortea todo a su paso con él en brazos. Un pedazo de madera caliente toca su hombro y brazo, haciéndola trastabillar, pero sigue corriendo hasta casi alcanzar la puerta, una viga se desprende del techo cayéndole en la espalda, tira a Demian hacía afuera y su pierna derecha queda atrapada bajo la viga, la patea con su pierna izquierda y la saca de un tirón rasgando piel y ropa a su paso, se incorpora, alzando de nuevo al niño. Y caminando hacía el pasto largo de la entrada. Arrodillada corrobora que respire antes de caer a su lado.

Dulce como la mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora