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—Pensé que te habías ido y me tocaba hacer del príncipe como en la cenicienta y buscarte por tu cartera.

—Exagerada solo fui a comprar, sin ofender pero no tienes ni siquiera sal para cocinar, chama.

—¿Chama?

—Asi le dicen a chica en Venezuela. Hice de comer —se acerca a la olla y la destapa— tomatican* en realidad es una receta de una amigo argentino, y omellet con paleta, queso, tomate, más una ensalada de rúcula con queso rayado y crotones de pan duro que tenías en la heladera, dorados un poco en el sartén, sino se echarían a perder.

*Es una comida que hace con salsa de tomate, más pimiento, cebolla y ajo picado chiquito, luego se le coloca huevo (revuelve en la mezcla) y se sirve en un pancito doradito con un poco de aceite de oliva y sal. Si sos un poco más pro en la cocina, haces un huevito poché, pones la mezcla en el pan y el huevo encima, es riquísimo.

Se coloca a su espalda y pegada a ella, toma una cuchara para probar eso del "tomatican" y está delicioso, se ve horrible, pero está bastante rico. Se percata de que ella la mira expectante para saber su respuesta con una sonrisa.

—Está rico, se ve horrible, pero sabe bien.

—Si te gustan los huevos poché puedo hacerte uno, yo lo como así.

—Bueno ya que tengo a una chef cocinandome, sería bueno recibir el servicio completo, por allanar mi departamento. Pero es mucho comida para cenar ¿No crees?

—Saliste mucho más beneficiada con el allanamiento de morada.

—Bueno si quieres allanar mi departamento 3 o 4 veces por semana, para terminar cocinandome, no me quejo.

—Aprovechada —le sonríe— ¿Puedes poner la mesa? Solo tengo que hacer los huevos y dorar un poco las rodajas de pan, aparte si sobra te queda comida para mañana.

El día había empezado mal, pero al menos está terminando bien. Debe admitir que algo con ella se siente simplemente bien, aunque esta sea la segunda vez que se ven en la vida, ya se está acostumbrado a sus encuentros para nada convencionales.

Pone la mesa y se sientan a comer, la conversación entre ellas fluye sin ser forzada ¿De dónde salió esta chica? Claro llegó de colada a la boda de Hannah y se metió a su departamento, pero su pregunta a si misma tiene que ver más con un dónde estuviste todo este tiempo.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —la pilla con la boca llena y solo puede asentir— es personal.

—Sobre mi familia o mi hermana.

—Tu hermana.

—¿Te preguntas porqué nos llevamos tan mal?

—Bueno al parecer sabés exactamente lo que pienso. Dime ¿Que quiero ahora? —le paso el salero— eso si da miedo

—Sé que le faltaba sal —sonríe— ¿Entonces?

—Alguna vez nos llevamos bien, hasta que crecimos y claramente las diferencias fueron más que lo que nos unía. Por supuesto aparte de que ella me robó a mi mejor amigo y se acaba de casar con él.

—Bueno entonces fue algo más que diferencias.

—Se encoge de hombros intentando restarle importancia— Ella siempre ha sido así, cuando quiere algo, no le importa que haya en medio, ella lo quita y va hasta su objetivo, aunque tenga que pasar por encima de su propia hermana.

La pelinegra le toma la mano, que en algún momento convirtió Montserrat en un puño y la acaricia suavemente. Entonces relaja su expresión y también su mano, abriéndola de a poco.

—Está bien, estoy bien ¿Cuál es tu historia? —le pregunta pero ninguna se ha soltado la mano— ¿Te llevas mal con algún hermano?

—En realidad no, soy una privilegiada —yo levanto una ceja— no es ser arrogante, pero supongo que tuve bastante suerte. Tengo 4 hermanos, dos mayores, uno menor que vive conmigo, porque estudia en la universidad y cómo soy la única mujer me cuidan mucho. Padres juntos y presentes, ningún trauma significativo de niña, ni un tío toqueton, no me han sido infiel y terminé bien la relación con mis ex parejas, de hecho soy amiga de algunas.

—Bueno, y en que momento decidiste meterte en bodas y departamentos ajenos, o eso es un hobby nuevo —ella comienza a reír—, supongo que le hará falta un poco de adrenalina a tu vida y por eso necesitas un plus.

—Que tonta eres, ya terminé con mi etapa de adrenalina —da un trago a su cerveza colocando un pie sobre la silla, dejando la pierna cerca de su pecho— otra pregunta —antes de responderle lanza la pregunta— ¿Vamos a intercambiar números esta vez, o dejaremos que el destino haga de las suyas?

—No sé, me parece muy interesante la forma en la que la vida nos encuentra. Solo —da un trago a su botella de cerveza— no te me aparezcas en el baño cuando me esté bañando, necesito un poco de privacidad —ella sonríe—. Dijiste algunas, entonces ¿Chicos o chicas?

—Mujeres por supuesto, lo único hetero que tuve fue una etapa ¿Tú?

—Ambos.

—Bueno mi radar no falla.

—No creo que lo supieras.

—¿A no? Levanta tu plato —lo levanta y hay un papel de su puño letra con la palabra BI— te lo dije. Mis amigos me usan como su radar para detectar gays, antes de encarar a alguien, no les ahorra la friendzone, pero reduce sus posibilidades de rechazo.

—Interesante —ella mira la hora y comienza a tomar sus cosas— ¿Ya te vas?

—Tengo qué, mañana trabajo y tengo que levantarme temprano. Es muy pronto para que me quede a dormir —sonríe.

—¿En serio? Digo, ya conoces a mi familia, mi apartamento, me has cocinado, un poco más y te hago copia de mis llaves —ambas reímos— ¿De verdad viniste en tu auto? Porque puedo llevarte.

—De verdad mira —le muestra las llaves con el logo de BMW— ves —la rubia las mira extrañada— es original, mira —la toma de la mano y se acercan a la ventana que da a la calle, Abigail presiona un botón y el BMW aparcado se destraba y traba.

—¿Ese es tu auto?

—Sí, me lo dió la empresa para poder moverme —le sube la mandíbula para cerrarle la boca—

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—Sí, me lo dió la empresa para poder moverme —le sube la mandíbula para cerrarle la boca—. Si nos volvemos a ver te lo dejaré conducir ¿Qué me dices?

—Que definitivamente nos tenemos que volver a ver —Montserrat nota que aún están tomadas de las manos.

—Mmmm —cierra un ojo— se lo dejemos al destino mejor —se acerca y besa a la rubia en la mejilla, antes de salir— nos vemos Montse, cuídate.

Ella se marcha y la ve alejarse desde la ventana de su departamento, voltea y antes de subirse al auto le tira un beso volador. Esto es lo más random que le ha pasado nunca, pero le parece curioso como se han encontramos, se pregunta como y dónde será su próximo encuentro.

Dulce como la mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora