Ese día dejó a Abigail en la casa de ese chico, en el camino hablaron de muchas cosas y rieron bastante sobre anécdotas vergonzosas, pero no volvieron a tocar temas personales, decidieron que ese momento de intimidad cercana iba a hacer algo que tendrían como anécdota y de lo que se reirian contándoles a sus amigos. No se pidieron los números, ni se buscaron en redes, solo tendrían la foto de la boda como evidencia y decidieron que si eso no había sido tan casual y la vida quería volver a juntarlas, lo haría a su manera.
Pero no lo hizo, pasaron más de 3 meses desde la boda y no volvieron a verse. El otro tema es que mientras su hermana recién casada va con su vida viento en popa, la de Montserrat va en declive.
El teléfono vibra por tercera vez, ella ignora la llamada, pero quién llama se niega a que ella no atienda y vuelve a llamarla.
—Hola.
Atiende a su madre, se levanta de la cama desnuda y con resaca, pisa un preservativo usado y corre al baño de esta casa que no conoce, a lavarse el pie mientras se viste.
—¿Dónde estás? Habíamos quedado en juntarnos a almorzar hoy.
—Ustedes habían quedado mamá, yo no —mira por la habitación buscando sus bragas que el tipo durmiendo boca abajo tiene en su cabeza, se la saca y se la coloca apurada— tengo cosas que hacer, trabajo, no puedo...
—Es domingo Montserrat, hoy no trabajas. Te esperamos, la comida estará en una hora.
Le corta y busca las llaves de su auto <<como carajos llegué aquí y quién es ese. Dios que decadencia, estoy cada vez peor>> toma sus cosas y revisa que tenga todo, como teléfono, billetera y por supuesto las llaves del auto. Se coloca lentes de sol que se lleva del desconocido y sale, su auto está estacionado la mitad en la acera y la mitad en la calle.
—¿Es tu auto? —Intenta ubicar el lugar de donde sale la voz— ¿Es tu auto?
—Es un niño de unos 5 años que aparece de uno de los lados— Sí, tengo que irme.
—Es muy bonito ¿Puedes darme una vuelta?
—Estoy muy segura de que no deberías pedirle eso a un extraño ¿Dónde están tus padres?
—¿Que hora es?
—Las 11:21 de la mañana.
—Es temprano, deben estar borrachos todavía durmiendo en el piso del living o la cocina.
—Suspira, hay gente que no debería tener hijos— ¿Ya desayunaste?
—Comida China que quedó en el refri de antes de ayer —se encoge de hombros.
—Mira su teléfono, debe irse— ¿Qué dices si te preparo el desayuno y luego me voy? tengo que llegar a la casa de mis padres —dibuja una enorme sonrisa.
Entran a la casa de no me se sabe su nombre, revisa las alacenas y el refri, prueba que la leche no esté en mal estado y le sirve un tazón de leche con cereales, más un huevo revuelto.
—Soy Montserrat.
—Lindo nombre —la mira con sus ojitos azules— Soy Demian. Eres una buena mamá.
—No tengo hijos.
—Serás una buena mamá entonces.
—No lo creó.
—¿Porqué?
—Me gustan las chicas —la mira extrañado— y los chicos.
—¿Te pueden gustar ambos?
—Claro que sí, a muchas personas le gustan ambos. Bueno niño debo irme, un gusto conocerte y si —señala a la habitación— te pregunta por mí, dile que me tuve que ir por una urgencia familiar —respira y mira al cielo— no debo meterme —se lo dice una y otra vez— no debo meterme —pega la vuelta— niño ¿Sabés leer? —él niega con la cabeza— ¿Sabés contar? ¿Sabés marcar los números en un celular? —él asiente.
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Dulce como la miel
RomanceLos hilos que las unen, se enredaran para acercarlas y quizás las diferencias entre ambas no sea tan notorias como creían, porque habrá algo que pese más que las diferencias que hay entre ellas, eso será el amor que sienten la una por la otra. La c...