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Presente...

Robert, besaba tiernamente los nudillos de Charlotte y ella presentaba un ligero rubor en sus mejillas. Ambos se comportaban como unos chiquillos, esos que conocen el amor por primera vez. Sin embargo, pronto esa escena se vio interrumpida ya que había llegado una nota.

— Señora— dijo Clivia haciendo una reverencia con el dobladillo— ha llegado una nota proveniente de la costa.

Charlotte se separó abruptamente de Robert, para mirar fijamente a la sirvienta. Tragó una bocanada de aire para expresar las siguientes palabras. — Gracias—con tartamudez.

La sirvienta le entregó temblorosamente la nota para luego desaparecer como un fantasma. Robert, observaba la situación sin verter ningún tipo de comentario. La situación ya era más que difícil, aquella mujer que tanto anhelaba estaba rodeada de mentiras y él no era la excepción.

— Robert, creo que es mejor que te vayas. Necesito tiempo para pensar, ordenar mis ideas e incluso mis sentimientos— con una ansiedad que se veía en su lenguaje corporal.

— Entiendo—  sin tratar de replicar a su interlocutora. — Prométeme que este no será nuestro último encuentro— tratando nuevamente de tomarle las manos, pero Charlotte no respondió ante tal estimulo.

Pronto los pensamientos de Charlotte se tornaron oscuros  y desesperanzadores. Seguramente la nota que tenía ahora en su poder traía más chismes  o posiblemente más excusas. No quería abrirla, deseaba destruirla, la estrujo hasta que sus manos dolieron para luego soltarla de golpe.

Se aliso el vestido para caminar en dirección a su dormitorio, la duda pudo más con ella que volvió por la nota.

Querida Charlotte

Ha pasado un tiempo desde que nos vimos, mi comportamiento es ausente y me disculpo por esa situación. Creo que no fui sincero contigo desde el principio, no me esconderé más. Todos los rumores que circulan son ciertos, tengo una amante y la amo con locura porque ella siempre fue mi único y verdadero amor. Un sentimiento que jamás lo encontré en ti... puedes llamarme canalla porque lo soy.  Sin embargo, no negaré mi romance pero tampoco quiero solicitar un divorcio porque hay mucho en juego, sabes a que me refiero. Creo que los tres podemos llegar a un acuerdo que nos beneficie, estaré 3 meses más en este lugar y para cuando vuelva llevare a Nataly conmigo.

Richard


Charlotte, se desmayó de la impresión  para recuperar la conciencia en su habitación. Escuchaba muchas voces sin llegar a distinguir de que se trataba la conversación.

—Señora, por favor no haga esfuerzo—  señalo Clivia con tono conciliador. Charlotte trató de incorporarse pero un ligero calambre le recorrió las piernas. Otra silueta se acerco, se trataba de un matasanos que se llamó para comprobar el estado de la pelirroja.

—Señora Charlotte, mi nombre es Charles Smith—haciendo una reverencia ante la convaleciente—   Todo esta en orden, sin embargo usted necesita cambiar de aires. Esta sometida a una angustia y presión constante que pueden desembocar en algo más grave.

Charlotte abrió los ojos como platos recordando el incidente del jardín para pronunciar las siguientes palabras— Doctor, he pensado ir a la finca de mis padres para alejarme de todo lo que me esta sucediendo en estos días.

— Me parece excelente, que se retire al campo. El aire fresco le ayudaran con los nervios—  dijo el médico mientras se arreglaba sus anteojos.

— ¿ Cuando puedo partir?—  preguntó la pelirroja con cierto énfasis

— Pasado el fin de semana, le sugiero que se marche. Para ese tiempo usted ya estará totalmente reestablecida y podrá sobrellevar el viaje. 

— Gracias.

El médico le hizo una venia y salió de la habitación acompañado por Clivia quien cerró la puerta muy despacio tras de ella.

Charlotte, se cubrió la cara con las mantas y comenzó a sollozar profusamente. En sus tantos años de vida que no eran pocos, jamás se había sentido tan humillada y desamparada. Maldijo una y otra vez sus impulsos amorosos. Replicó en su cabeza una y otra vez las palabras de Richard, era como tenerlo allí presente y eso le asqueaba.  Sin embargo, algo bueno salió de todo esto, los sentimientos que tenía por su mal llamado esposo se marchitaron y ahora era tiempo de razonar antes de actuar. Es bien sabido, la veleidad de las mujeres y un pequeño destello de luz , cruzó por su cabeza con un nombre muy familiar. 



Solos en el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora