VIII - Melancólica Soledad

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Hoy a sido un día tan aburrido para mi, me e sentido tan cansado, desconectado del mundo exterior y resguardado en mi mundo imaginario.

No se porqué pero me sentía así. Sin que mi vida tuviera sentido, cuestionandome él por qué de la vida y para que deberíamos vivir.

¿Tenia razones de estar así? No lo sé, pero, así me sentía.

Despacharon temprano creó que hay una reunión de maestros o algo así, en realidad no me importa, me quede en la biblioteca un buen rato hasta que la mayoría de los estudiantes se habían ido.

Iba caminando por los desolados pasillos, donde solo se escuchaban mis pasos resonando en el lugar. Fuí a mi casillero, y una nota cayó. No se quien las a estado enviando pero últimamente me han dado algo de felicidad leerlas.

Ve al aula 512
Atentamente: A

En mi rostro se plasmó una expresión confusa, era algo raro porqué esa aula estaba fuera de servicio. Pero la intriga me estaba carcomiendo por dentro.

Fui y me dirigí al aula 512, cuando llegué tomé el pomo de la puerta y con mi corazón a mil me cuestionó por última vez ¿lo haré o no?, pues si estaba muy nervioso, pero mis ganas de saber quien era el emisor de estas notas me ganó.

Giro el pomo lentamente para luego entrar en aquella habitación. Estaba todo oscuro y polvoriento con algunas sillas rotas, tiradas por doquier.

__ Hola -el lugar estaba tan desolado que mi voz hizo eco en este- hay alguien aquí. -mis esperanzas se estaban desvaneciéndose, ¿acaso esto había sido una broma?-

La puerta detrás de mi se cierra abruptamente haciéndome sobresaltar, sentía que esto era una broma de mal gusto. Vi como una figurita de una altura más baja que la mía, se acercaba a mi que con la poca luz que había force mi vista para intentar divisar de quien se trataba.

No podía creer quién era... mis sospechas eran ciertas era... Amita.

__ Halan, no sabía cómo decirte esto... -dijo y luego empezó a acercarse mi invadiendo mi espacio personal, retrocedi hasta chocar con la pared a mis espaldas- pero me gustas y escribí todas esas cartas desde el corazón. -estaba tan cerca qué podíamos sentir su respiración chocar en mi rostro-

Hasta pensé que me besaria. Solo apreté mis ojos fuertemente esperaba que ella pegara sus labios a los míos. Pero no fue así, volví abrir mis ojos lentamente y
ella estaba...

¿Sonriendo?

__ Ay Halan que ingenuo eres -ladeo su cabeza- ¿De verdad pensaste que me gustabas? ¿A quien le puede gustar un desnutrido como tú? Cielo solo estaba jugaba contigo y la verdad me divertí mucho. -dijo soltando una risita que resonó en todo el lugar-

Me sentía tan estúpido, tan idiota por caer en este juego.

__ Yo... yo me voy -tartamudie solo quería irme de allí-

__ No, no te vas, ahora empieza el juego, Halan. -dijo de una manera siniestra- ¡Freddy! -llamó y un cuerpo grande salió de la oscuridad-

__ Hola, bufón es hora de que des tu espectáculo. -dijo de manera burlona para luego empujarme haciendo que cayera al suelo-

Gemi de dolor ante el impacto que tuve al caer al suelo. __ Por favor déjenme -suplique esperando que fuera así, pero estaba muy equivocado-

__ Ay pobrecito, no debiste venir aquí -dijo para luego golpear mis genitales con sus pies, yo solo pude gritar de dolor-

__ Grita todo lo que quieras nadie te va a escuchar. -dijo Amita mientras Freddy seguía planteándome varias veces-

Yo solo lloraba, no podía hacer nada, no había nada que hacer.

Prosiguió y se subió encima de mi para golpear mi cara, mientras Amita solo veía el espectáculo con una sonrisa en sus labios. Solo sentía el impacto de los puños de Freddy en mi cara y como esta me ardía de dolor, como la sangre se deslizaba por mis labios y nariz, como mis fuerzas ya no daban ni para gritar.

No podía entender como habían personas tan malas en el mundo, que jugaban con tu sentimientos solamente para divertirse y nada más.

__ Ya Freddy dejémoslo hasta aquí -dijo Amita, haciendo que Freddy dejará me golpear y quitara su pesado cuerpo de mi-

__ Oye si le dices esto a alguien o a tu amiguita la pitufa, voy a decirle a todos que tu padre es un loco y
esa vez no tendré piedad contigo -dijo amenazandome-

En estas condiciones no pensaba en hablar con nadie, no tenía fuerza ni para respirar.

Escuche como la puerta sonó anunciando la salida de Freddy y Amita. Había caído en su juego y termine con todo el cuerpo adolorido, lagrimas gruesas por mis mejillas bajaban como cataratas, solo en aquella aula que nadie utilizaba, solo en mi melancólica soledad.

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Halan: ¿Cuándo acabará la tormenta? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora