IX

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El tocador era una estancia de buen gusto y lujo discreto. Los detalles en mármol de las paredes y los elegantes espejos que se extendían por gran parte de ellas le daban un aire sofisticado. El espejo frente a mí era un reflejo de mi propia furia, devolviéndome la imagen de una mujer con los ojos chispeantes de ira.

Un pequeño closet se encontraba al lado del espejo, donde se guardaban toallas y batas de baño, pero en mi estado actual, ninguna de esas comodidades me parecía útil. Frente al espejo había un tocador y el lavamanos, el retrete y la regadera estaban en el rincón opuesto del tocador, fuera de mi campo visual.

Escuché pasos detrás de mí, era Carlos, no necesitaba esto, decidí ignorarle, quizá eso le haría entender que no quería siquiera verle en aquel momento.

"¿Estás bien? "- preguntó Carlos desde la puerta, su voz cargada de preocupación. No hubo respuesta por parte mía,  continue frotando con fuerza la toalla sobre mi cabello, tratando de secarme. La rabia que sentía era palpable.

"Lo siento, Isa. No era mi intención... " - murmuró Carlos, tratando de disculparse. Sin embargo, yo no estaba dispuesta a escucharle.

"¿No era tu intención qué? Eres un idiota, Carlos. " - espeté, mis palabras cargadas de frustración, comenzaba a ser un sentimiento común cuando estaba cerca de Carlos, eso era lo que el me causaba, nervios, ira, frustración, deseo... Negué con la cabeza tratando de sacar aquel último pensamiento de mi cabeza pero se me estaba haciendo díficil teniendo a Carlos frente a mi con solo un bañador y sin camiseta.

Carlos, finalmente, cerró la puerta detrás de él con cerrojo y se acercó lentamente hacia donde yo estaba parada frente al espejo.

Mientras Carlos se disculpaba, mis sentimientos oscilaban entre la ira y la vergüenza. Mantuve mis ojos cerrados con fuerza, negándome a mirar el reflejo de ambos en el espejo, como si esa fuera la manera de escapar de la realidad. Cada palabra repetida de sus disculpas solo aumentaba mi frustración.

A pesar de mis súplicas, Carlos permaneció allí, justo detrás de mí. Sus manos comenzaron a acariciar mis muñecas con suavidad, dejando un rastro de calor en mi piel que luchaba contra la molestia. Sus dedos ascendieron lentamente por mis brazos, dejando una estela de sensaciones eléctricas en su camino. La habitación se llenó de tensión, y un suspiro involuntario escapó de mis labios mientras intentaba lidiar con las emociones que se agitaban dentro de mí.

El contacto de su piel con la mía hizo que mis sentidos se agudizaran. Corrió mi cabello a un costado dejando descubierto mi cuello y ahora espalda dándole más espacio para acercar su rostro. Su aliento cálido en mi cuello era una contradicción al frío que sentía en mi interior. A pesar de mi enojo, mi piel reaccionaba al roce de sus manos en mis muñecas y brazos, y mi labio se encontraba entre mis dientes mientras intentaba contenerme.

Quería que se alejara, que desapareciera de mi vista, pero al mismo tiempo, sentía una atracción que no podía negar y aunque sabía que debia pararle, había una parte de mí que no estaba segura de querer que lo hiciera.

La tensión en la habitación alcanzó su punto máximo mientras mis súplicas resonaban en el aire. Carlos, sin embargo, no parecía dispuesto a detenerse. Mis sentidos estaban abrumados por la tormenta de emociones que se agolpaban en mi interior.

Sus labios sobre mi cuello dejaron pequeños y suaves besos. El deseo que sentía por él era abrumador.

Susurros apenas audibles escaparon de mis labios mientras le pedía que se detuviera, pero mis palabras parecían no tener ningún efecto sobre él. Cuando giré la cabeza para mirarlo, me encontré con sus ojos ardientes de deseo. La tensión sexual entre nosotros era palpable, como una tormenta que amenazaba con desatarse en cualquier momento.

Carlos y yo estábamos atrapados en un juego peligroso de deseo y negación. Su boca se encontró con la mía en un beso apasionado y prohibido. Anhelaba cada roce de sus labios, cada caricia de su lengua. Me sentía arrastrada por la pasión abrumadora que ardía entre nosotros.

Carlos me levantó con facilidad, como si fuera una pluma, y quedamos frente a frente. La intensidad de la conexión entre nosotros era inegable, y estaba claro que no podíamos resistirnos el uno al otro por mucho más tiempo.

La atmósfera en la habitación se volvió aún más intensa cuando pude sentir el aumento de la erección de Carlos sobre su bañador. Sus acciones se volvieron más audaces cuando su mano pasó a estar sobre mi cuello y con la otra tirar suavemente de mi cabello. No pude evitar soltar un pequeño gemido ante su contacto.

Ahora eran mis besos y lengua que recorrían por toda su clavícula y cuello.

Carlos deslizó su mano hasta llegar a mi abdomen descubierto y luego poder acariciar con sus dedos mi entrepierna, enviando un escalofrío de anticipación por todo mi cuerpo.
Sus dedos rozaron mi piel sobre el bikini que traía puesto de una manera muy provocativa, aumentando la intensidad del momento. Estaba atrapada, atrapada en brazos de Carlos Sainz y no podía pensar en nada más que no fuera él.

Justo cuando la pasión entre Carlos y yo alcanzaba su punto máximo, la voz de Alex al otro lado de la puerta nos hizo separarnos de golpe. El sonido repentino nos sacó de nuestro propio mundo, y la realidad se estrelló contra nosotros. ¡Maldición!

Carlos retrocedió, y yo pude bajarme del tocador en el que me encontraba sentada. Sentía que mis piernas temblaban como gelatina, y mis mejillas estaban ardiendo de vergüenza. Nos separamos en un incómodo silencio, sin atrevernos a cruzar miradas ni decir una palabra.

Finalmente, salí del tocador, y Carlos me siguió después de unos segundos de tensa espera. Alex permaneció en la puerta, y en su rostro se podía ver claramente su desaprobación por lo que había ocurrido. No tenía idea alguna de cómo íbamos a enfrentar las consecuencias de lo que acababa de suceder.

Alex tiró de mi muñeca y me llevaba de regreso hacia donde los otros tres chicos estaban. Maldito Carlos Sainz, lo odiaba con todo mi ser en ese momento.

Racing to Chaos - Carlos Sainz (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora