Epílogo

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Terminé de ajustar el moño en mi cabeza y aplicar un toque de rubor en mis mejillas. Afortunadamente, había encontrado el vestido perfecto para la boda de Blanca. Con la ayuda de Carlos, pasamos horas buscando hasta que finalmente dimos con el atuendo ideal. Hasta el momento, Carlos no me había visto con él puesto; simplemente lo vi y lo compré, y ahora era el momento de revelar mi elección.

El vestido era de un tono rojo oscuro, casi ocre, y lo acompañaba con un par de tacones que dejaban mi pierna derecha al descubierto. Me encantaba cómo me sentía y me veía en él. Salí de la habitación de huéspedes y me dirigí a la sala, donde pude ver a Carlos de espaldas. Mordí mi labio con fuerza ante la impresionante imagen que tenía frente a mí.

Su traje gris claro hacía un hermoso contraste con sus fuertes rasgos y su cabello negro. Carraspeé la garganta y él se volteó, sus ojos se iluminaron al verme.

"¿Cómo me veo?", pregunté con una sonrisa, y él no pudo resistirse a rodear mi cintura con sus brazos y dejarme un corto beso en la mejilla. 

"Hermosa", susurró cerca de mi oreja. "Me encanta cómo te ves también", añadió. Sonreí ante su elogio. 

"Pero te ves mejor sin él. " sus palabras seductoras hicieron que mi piel se erizara. Mordí mi labio con fuerza mientras trataba de controlar el deseo que ardía en mí. Mis ojos se encontraron con los suyos y soltó una pequeña risa al notar el efecto que tenía sobre mi, dejó un corto beso sobre mis labios.

"¿Nos vamos, Carlitos?", la voz de su madre interrumpió el momento, y Carlos se separó suavemente de mí no sin antes de tomar mi mano. Juntos, seguimos a sus padres hasta el coche de Carlos, listos para dirigirnos a la iglesia donde se llevaría a cabo la boda.

La hermana de Carlos lucía espléndida en su vestido blanco, que caía delicadamente hasta más allá de sus piernas. Carlos se encontraba detrás del novio, cumpliendo el papel de padrino de bodas, y yo estaba en las primeras filas a su lado junto a su querida abuela, quien no había dejado de sonreír desde que vio a su nieta caminar por el altar.

Tras la emotiva ceremonia, nos dirigimos a la recepción, la cual estaba elegantemente decorada en tonos blancos y dorados, perfectamente combinados para la ocasión. Carlos aprovechó la oportunidad para expresar algunas palabras para ahora los recién casados, lo que llevó a que su hermana comenzara a derramar lágrimas de felicidad. Desde lejos, le sonreí a Carlos, compartiendo miradas cómplices mientras celebrábamos el amor y la unión de la familia en ese día tan especial.

Era la hora del lanzamiento del ramo, y yo nunca antes había sido partícipe de esa tradición. Me encontraba al lado de Carlos,con quien observábamos de lejos con diversión la escena mientras las primas de Blanca y algunas amigas de la familia se preparaban detrás de la novia para intentar atrapar el ramo.

Blanca, emocionada y nerviosa, levantó el ramo con entusiasmo y, con un gesto dramático, lo lanzó hacia atrás. Para sorpresa de todos, su puntería no era precisamente la mejor, y el ramo no cayó ni cerca del grupo de chicas que esperaban ansiosamente atraparlo.

El ramo pasó por encima de las cabezas de las chicas y aterrizó cerca de la abuela de Carlos y Blanca, una mujer mayor de cabellos grises y una sonrisa traviesa en el rostro. Sin dudarlo, se acercó a nosotros, ondeando el ramo con alegría, y lo extendió para que pudiéramos tomarlo. La sorpresa en mi rostro no pasó desapercibida.

Mis ojos se abrieron con asombro y Carlos, con su característica sonrisa pícara, tomó el ramo cuando vio que yo seguía estupefacta ante la situación. La abuela, con un brillo juguetón en los ojos, se dirigió a mí y me susurró: "Sabes lo que dicen, ahora tú serás la próxima", antes de soltar una risita cómplice.

Carlos susurró mi nombre, llamando mi atención, y volteé para mirarle, aún sorprendida por lo que acababa de pasar. Antes de que pudiera expresar lo que tenía en mente, interrumpí su pensamiento, diciendo: "Estás loco, Sainz." Pero en lugar de enojarse, Carlos soltó una carcajada sincera.

Con una sonrisa amplia y la determinación en sus ojos, insistió: "Déjame hablar".

Mi corazón latía con fuerza mientras observaba a Carlos. Era evidente que había algo importante que quería compartir conmigo. Entonces, con una sonrisa encantadora, tomó mis manos y dejó el ramo de la novia en la mesa junto a nosotros.

Carlos, con su mirada fija en la mía, preguntó con ternura: "Isabela, ¿quieres ser mi novia?"

No necesitaba pensarlo ni un segundo. Mi respuesta fue clara y llena de felicidad.

"Sí." Sonreí y me acerqué lentamente a sus labios. Estaba feliz, me sentía completa, y no podía pedir más. El chico que había traído el caos a mi vida ahora se estaba convirtiendo en una pieza vital de mi rompecabezas.

-Fin- 


NOTA: Primera vez que publico algo y que lo termino, espero que hayan disfrutado hasta acá, ¡Gracias por leer! Cualquier comentario o crítica constructiva y bien recibida. 

Nota #2: Aún sigue en edición, puede ser que cambie errores de redacción o remueva detalles que no sean necesario, de cualquier modo, ¡Gracias!

Racing to Chaos - Carlos Sainz (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora