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Taehyung hizo lo que cualquier persona hubiese hecho si se encuentra a un hombre desnudo en su salita: gritar y salir corriendo hacia la puerta.

Aunque olvidó los cojines que habían amontonado en el suelo y que no se había molestado en levantar; como era de esperarse terminó por tropezarse y caer de bruces.

Juraba haber gritado mentalmente en los pocos segundos que duró la caída menos elegante pero más dolorosa que recuerda haber tenido.

Tenía que hacer algo para protegerse.

Temblando de pánico, se abrió paso entre los cojines mientras buscaba un arma. Al sentir algo duro bajo la mano lo cogió, pero resultó ser una de sus zapatillas verdes con forma de dinosaurio.

¡Joder! Por el rabillo del ojo vio la botella de vino. Rodó hacia ella y la tomó; entonces se giró para enfrentar al intruso.

Más rápido de lo que él hubiese podido esperar, el hombre cerró sus cálidos dedos alrededor de su muñeca y lo inmovilizó con mucho cuidado.

— ¿Te has hecho daño? —le preguntó y ¡Santo Dios! Su voz era profundamente masculina, tenía un melodioso y marcado acento que sólo podía describirse como musical, erótico y francamente estimulante.

Con todos los sentidos embotados, Taehyung miró hacia arriba y...

Bueno...

Para ser honestos, sólo vio una cosa y lo que vio hizo que las mejillas le ardieran más que un Cajún Jumbo. Después de todo, cómo no iba a verlo si estaba al alcance de su mano y especialmente su rostro además con semejante tamaño...

Al momento, el tipo se arrodilló a su lado, con mucha ternura le apartó el pelo de los ojos y pasó las manos por su cabeza en busca de una posible herida.

Taehyung se entretuvo con la visión de su pecho, totalmente incapaz de moverse ni de mirar otra cosa que no fuese aquella increíble piel, sintió la urgencia casi mortal de gemir ante la intensa sensación que los dedos de aquel tipo le estaban provocando con solo aquellos pequeños toques. Le ardía todo el cuerpo.

— ¿Te lastimaste? Fue una gran caída —de nuevo ese magnífico y extraño acento que reverberaba a través de su cuerpo, como una caricia cálida y relajante.

Taehyung miró con mucha atención aquella extensión de piel pálida apenas un poco bronceada por el sol, que parecía pedirle a gritos a su mano que la tocara.

¡El tipo prácticamente resplandecía!

Fascinado, deseó verle el rostro y comprobar por sí mismo que era tan increíble como el resto de su cuerpo.

Cuando alzó la mirada más allá de los esculturales músculos de sus hombros, se quedó con la boca abierta, la botella de vino se deslizó entre sus adormecidos dedos. No podía ser posible. Debe ser un sueño, un jodido y espectacular sueño.

¡Era él!

¡No! No podía ser.

Esto no podía estar sucediendo y él no podía estar desnudo en su sala de estar con las manos enterradas en su pelo. Este tipo de cosas no pasan en la vida real. Especialmente a las personas equilibradas como él.

Pero aun así...

— ¿Jeongguk? —preguntó sin aliento.

Tenía la poderosa y definida constitución de un gimnasta. Sus músculos eran duros, prominentes, magníficos y muy bien definidos; tenía músculos hasta en lugares donde ni siquiera sabía que se podían tener. En los hombros, los bíceps, los antebrazos, el pecho, la espalda y del cuello hasta las piernas.

Dios del Placer [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora