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Llegaron a casa al mismo tiempo que la policía.

El joven y musculoso agente miró con suspicacia a Jeongguk.

— ¿Quién es?

— Un amigo —le contestó Taehyung.

El policía alargó la mano hacia él.

— De acuerdo, deme las llaves y déjenos echar un vistazo. El agente Bang se quedará con ustedes aquí fuera hasta que lo revisemos todo.

Taehyung le entregó obedientemente el juego de llaves. Comenzó a mordisquearse las uñas mientras observaba cómo el policía entraba a su hogar.

Por favor, que Nam Yoon Do esté dentro todavía. Su mente lo repetía con esperanza. Pero no estaba. El policía salió poco después meneando la cabeza.

— ¡Joder! —exclamó Taehyung en voz baja.

El agente Bang lo acompañó hasta la casa y Jeongguk los siguió un poco rezagado.

— Necesitamos que entre y eche un vistazo para ver si falta algo.

— ¿Ha hecho algún estropicio? —preguntó Taehyung.

— Solo en los dormitorios.

Con el corazón en un puño, Taehyung entró en su casa y subió las escaleras para ir a su habitación.

Jeongguk lo siguió y observó cómo se mantenía rígido y distante. Tenía el rostro tan pálido que cada uno de sus lunares resultaban mucho más evidentes. Podría matar al tipo que le había hecho esto. Ninguna persona debería pasar tanto miedo, especialmente en su propio hogar.

Cuando llegaron al piso superior, Jeongguk vio que la puerta de la habitación del final del pasillo estaba entreabierta. Taehyung corrió hacia allí.

— ¡No! —jadeó.

Se apresuró a seguirlo.

Jeongguk comenzó a verlo todo rojo al contemplar el sufrimiento que reflejaba el rostro de Taehyung. Podía sentir su dolor en el corazón como si fuera el suyo propio.

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras observaba el desorden. El colchón estaba tirado en el suelo, las sábanas desgarradas, los cajones abiertos y su contenido esparcido, como si Céfiro hubiera pasado por allí en mitad de un arranque de mal humor.

Jeongguk le colocó las manos sobre los hombros para reconfortarlo.

— ¿Cómo ha podido hacerle esto a su habitación? —preguntó Taehyung.

— ¿De quién es esta habitación? —preguntó el agente Bang— Creía que vivía solo.

— Ésta era la habitación de mis padres. Murieron hace tiempo —miró a uno y otro lado, incrédulo. Una cosa era que fuese tras él, pero ¿por qué había hecho esto?

Contempló la ropa esparcida por el suelo, ropa que le traía a la memoria tantos recuerdos maravillosos. Las camisas que su padre llevaba al trabajo, el jersey favorito de su madre, los pendientes que su padre había regalado a su madre en su último aniversario de boda. Todo estaba desparramado por la habitación, como si no tuviera valor alguno.

Pero para él eran objetos muy valiosos. Era lo único que le quedaba de ellos. El dolor le desgarraba el corazón.

— ¿Cómo ha podido hacerlo? —preguntó mientras la rabia se abría paso en su interior.

Jeongguk lo atrajo hacia sus brazos y lo sostuvo con fuerza.

— No pasa nada, Taehyung —murmuró sobre su pelo.

Dios del Placer [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora