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La mañana pareció transcurrir muy lentamente con la habitual ronda de citas, por mucho que intentase concentrarse en sus pacientes y sus problemas, no lo lograba.

Una y otra vez, su mente volvía a recordar una piel tostada por el sol y unos ardientes ojos miel.

Y una sonrisa...

Cómo desearía que Jeongguk no le hubiese sonreído. Esa sonrisa podía convertirse, con mucha facilidad, en su perdición.

— ...y entonces le dije: JongIn, mira, si quieres ponerte mi ropa, de acuerdo pero no toques mis vestidos de diseño, porque cuando te los pones me doy cuenta de que te quedan mejor que a mí y me dan ganas de dárselos todos al Ejército de Salvación. ¿Hice bien, doctor?

Taehyung alzó la vista del cuaderno donde garabateaba bocetos de hombres contentos con lanzas en ristre.

— ¿Qué decías, Jennie? —le preguntó a la paciente sentada en el sillón justo enfrente de él.

La mujer era una fotógrafa elegantemente vestida.

— ¿Estuvo bien lo de decirle a JongIn que no se pusiera mi ropa? Joder, no se siente bien que a tu novio le quede tu ropa mejor que a ti

Taehyung asintió.

— Por supuesto. Es tu ropa y no tendrías porqué cerrar tu vestidor con llave.

— ¿Lo ve? ¡Lo sabía! Eso fue lo que le dije ¿Pero acaso me escuchó? ¡No! Él puede llamarse JongIna siempre que quiera y decirme que es una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre; pero cuando aterriza, me escucha como lo hacía mi exmarido. Juraría...

Taehyung miró inadvertidamente la hora... otra vez. Casi había acabado con Jennie.

— Ya sabes, Jennie —no se molestó en disimular demás, su exagerado apuro, la interrumpió antes de que pudiese comenzar su consabida arenga sobre los hombres y sus irritantes costumbres— quizás deberíamos dejar el tema para el lunes, cuando tengamos la sesión conjunta con JongIn, ¿no crees?

Jennie asintió.

— Estupendo pero recuérdeme el lunes que le hable sobre Chico.

— ¿Chico?

— El chihuahua que vive en el apartamento de al lado. Juraría que ese perro me ha echado el ojo.

Taehyung frunció el ceño. No era posible que Jennie insinuara lo que él estaba imaginando que en el fondo quería decir.

— ¿El ojo?

— Ya sabe, el ojo. Puede que parezca un perro, pero ese animal sólo piensa en el sexo. Cada vez que paso a su lado, me mira la falda y no se imagina lo que hace con mis zapatillas de deporte. Ese perro es un pervertido.

— Vale —contestó Taehyung, interrumpiendo de nuevo. Empezaba a sospechar que no podía hacer nada con Jennie y su obsesión acerca de que todos los hombres del mundo se morían por poseerla— Definitivamente, nos ocuparemos de desentrañar el enamoramiento que ese Chihuahua siente por ti.

— Gracias doctor. Usted es el mejor —Jennie recogió su bolso del suelo y se encaminó hacia la puerta.

Taehyung se frotó la frente mientras las palabras de Jennie aún resonaban en su cabeza. ¿Un chihuahua? ¡Jesús!

Pobre Jennie. Tenía que haber algún modo de ayudar a esta pobre mujer. Aunque, por otro lado, era preferible tener a un chihuahua lanzando miradas lujuriosas a tu falda, que a un esclavo griego.

— Ay, Jiminie —resopló— ¿Cómo consigues meterme en estos líos?

Antes de poder hilar ese pensamiento, sonó el zumbido del intercomunicador.

Dios del Placer [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora