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Jimin observaba cómo Jeongguk se paseaba nervioso por delante de su puesto mientras hacía una tirada para un turista. ¡Dios santo!, podría pasarse todo el día observándolo caminar. Ese modo de andar hacía saltar los ojos de las órbitas y a él le entraban unos deseos terribles de salir corriendo a casa, agarrar a Yoongi y hacerle unas cuantas cosas pecaminosas.

Sí, las cosas habían avanzado muy rápido entre ambos desde su encuentro en la cafetería y luego una llamada ese mismo día por la noche, aunque sería una historia que luego podría contarle a detalle a Taehyung

Una y otra vez, las mujeres se acercaban a él pero Jeongguk no tardaba en quitárselas de encima. Era ciertamente divertido ver a todas esas chicas pavoneándose a su alrededor mientras él permanecía ajeno a sus estratagemas.

Nunca le había parecido posible que un hombre actuara así.

Pero claro, hasta él podía llegar a aborrecer el chocolate si se daba un atracón.

Y por el modo en que las mujeres respondían a la presencia de Jeongguk, dedujo que él ya había sufrido más de un dolor de tripa causado por un empacho.

La verdad es que parecía muy preocupado.

Y Jimin se sentía fatal por lo que les había hecho a ambos, a él y a Taehyung.

Su idea parecía bastante sencilla en un principio. Si hubiese reflexionado un poco más...

¿Pero cómo iba a saber quién era Jeongguk? Claro, que su nombre podía haber hecho sonar algún timbre en su mente, de todos modos su especialidad era la Edad de Bronce griega que, hasta para la época de Jeongguk, era la Prehistoria.

Y tampoco había creído que el tipo del libro fuese realmente humano.

Pensaba que era alguna clase de genio o criatura mágica, sin pasado ni sentimientos.

¡Señor!, cuando metía la pata lo hacía hasta el fondo.

Meneando la cabeza, observó cómo Jeongguk rechazaba otra oferta, esta vez procedente de una atractiva pelirroja. El hombre era un verdadero imán de estrógenos.

Acabó la lectura.

Jeongguk esperó unos minutos y se acercó a la mesa.

— Llévame con Taehyung.

No era una petición, no. Estaba seguro de que era el mismo tono de voz que empleaba para dirigir a su ejército en mitad de una batalla.

— Dijo que...

— No me importa lo que dijo. Necesito verlo.

Jimin envolvió la baraja en el pañuelo negro de seda. ¿Qué demonios? Tampoco es que necesitara que su mejor amigo volviera a hablarle.

— Vas directo a tu funeral.

— Ojalá —dijo en voz tan baja que él no pudo estar seguro de haber escuchado correctamente.

Lo ayudó a recoger sus trastos para meterlos en el carrito y llevarlo todo hasta la pequeña caseta que tenía alquilada para guardarlo.

Sin pérdida de tiempo, llegaron a casa de Taehyung.

Aparcaron en el camino del jardín justo cuando Taehyung estaba guardando sus maletas.

— ¡Hola, Taehyung! —saludó Jimin— ¿Dónde vas?

Él miró furioso a Jeongguk.

— Me marcho por unos días.

— ¿Dónde? —le preguntó su amigo.

Taehyung no contestó.

Jeongguk salió del coche y se acercó a él. Iba a arreglar las cosas, costara lo que costara.

Dios del Placer [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora