𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟰: 𝗗𝘂𝗹𝗰𝗲 𝗮𝗺𝗶𝘀𝘁𝗮𝗱

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Una vez alguien comenzó la existencia en este extenso mundo, rodeado de todo tipo de personas que muchas valen la pena, en cambio otras causan unas ganas de desaparecer del mundo. Este segundo ejemplo va dirigido a Fyodor, el que trajo a la vida a un hombre que nada poseía, más que muchas crisis existenciales, ¿Qué hacía aquí?

¿Por qué razón llegó a este mundo? ¿Cuál era el propósito de la vida? ¿Por qué todos lo utilizaban cómo títere? ¡Basta, es suficiente! Pero entonces alguien le prometió sacarlo de la prisión, Osamu Dazai de personalidad excéntrica, incluso lo descarto como posible rival para derrotar al azabache de nacionalidad rusa, los juegos infantiles que hacía sin olvidar que bailó tan campante, como si salir de la prisión fuera todo menos serio.

Con el pasar del tiempo el castaño juguetón le prometió sacarlo de ahí, algo que cumplió al pie de la letra, confío en él saliendo victorioso del lugar, pudieron vencer ante la adversidad cuando todo parecía perdido, ese castaño que antes le parecía infantil, ahora su criterio cambio a uno mejor, a raíz de eso tuvo la dicha y la fortuna de conocer a Atsushi Nakajima.

Si, ese chico que todo lo que se refería a él, resultó un encanto, dulce, lindo, amable, preocupándose por los demás, ¿Qué más podía pedir? Exacto, nada podía ser mejor que tener a ese muchacho en sus brazos.

Le provocó un sonrojo, así de lindo como ninguno, removiendo los escombros de la mente de Sigma buscando una constante actividad que almacenan recuerdos.

— Umm Sigma ¿Soy tu bebé? ¿Sabes? Me gusta que me trates así de bonito, me hace sentir especial —Caminaron tanto que la conversación retomó su rumbo, desde la llegada de el nuevo miembro a la agencia, la paz volvió a reinar.

— Mi bebé, eres mi Atsushi que tanto quiero, te cuidaré mucho, odiaria verte llorar porque esos ojitos lindos merecen conocer lo más bello de este mundo, te quiero conmigo —Palabras que iban tornandose en acciones, hallarse en una relación de tierna amistad nada podía ser mejor que eso.

— Y-yo, te confieso que estoy nervioso sobre tus palabras, perdón —¿Cómo se podía ser tan tierno? Manos cubrieron el hermoso sonrojo en mejillas que parecía una manzanita dulce, besar esas mejillas cientos de veces quería quien transportaba a Atsushi.

— ¿Cómo le haces para ser tan lindo? Pareces una manzanita, una que deseo que perdure por mucho y quisiera comer a besitos —Una sonrisa dibujo en sus labios, ¿Qué causó esa felicidad efectiva? Un peli-blanco mostrando lo puro y preciso que era en cualquier momento.

Natural en la ternura, así era su amigo.

Puede sonar precipitado en cuanto la amistad de ambos recorrió un lindo concepto, pero todos saben que esta linea invisible que planea dividir los limites entre la amistad y el amor van de la mano.

Siendo esto un blanco fácil en el momento de eludir el amor en una amistad, cuando uno de los amigos pasa por alto esto porque es su forma de dar el  cariño más estupendamente hermoso y puro, aunque a el ex dueño del casino siendo parcial cruzaba esta linea de amistad y amor. 

Un disturbio que determinó la interrupción,  Sigma iba ido en los ojos de heterocromatia que cayó en un lago junto al chico que cargaba, metió la pata en lugar equivocado pero en este caso mojado.

— Perdón Atsushi, yo me perdí en tus ojos es que me gustan mucho —Rayos es que esos ojitos escalaban en la belleza del nombrado, día libre así que podían ir al departamento que ahora ambos muchachos compartían.

— Sigma si sigues diciendo esas cosas voy a acabar como un tomate, vamos a cambiarnos de ropa.—Casi cae de lleno contra el suelo, pero unas manos rodearon la cintura con un toque suave de lindo cariño que los manejaban en ese día fresco.

Pájaros cantando, rodeando en un dulce cantó de llenar los vacíos del corazón de personas que una vez se sintieron vencidos en la vida, los dos en un lindo recuerdo que jamás sería en el olvido que es traicionero.

Parecían ser los dos únicos seres humanos en el planeta, más que los integrantes de la agencia de detectives armados siendo amigos, ¿Amigos? Pero una tensión formada invadiendo la pregunta traidora.

¿Por qué no eran pareja? Se les veía un hermoso sentimiento, libre al fin sin tener que volver al sentir embriagante a formar parte de un mal acto de ser manipulado.

— Atsushi tú dime que besar tus mejillas no es pecado, porque el pecado de dejarte solo es de cobardes —De nuevo cargó al hombre de habilidad felina, entre escombros de amistad rebatia, ¿Por qué proteger quería a ese muchacho?

— . . . —Aunque hermosas palabras recitará al peli-blanco, un sepulcral silencio incómodo obtuvo, eso de importancia no tenía nada.

— Dime tu comida favorita, quiero cocinar lo que más te gusta bebé —Pero pese a tener silencio de quien parecía una tumba, era lo de menos con su sola presencia ya tenía el mayor tesoro, algo que le importaba de corazón, y no algo falso.

— Me gusta el chazuke, adoro comerlo es lo que más amo comer. Pero ¿Me dices tu comida favorita Sigma? —Quitandose el miedo de dejar surgir palabras en sus cuerdas vocales contestó, caminando charlando de comidas favoritas.

— Perfecto, bueno Atsushi bonito, yo adoro las galletas pero sabes, lo que más deseo es comer esas mejillitas de color rojo —Por todas las galletas del mundo, Atsushi nuevamente tapó el rubor que su declaración pura le causó.

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— Abre la boquita, bebé ¿Qué tal sabe el chazuke qué te prepare? —Ahora se encontraba alimentando a un Atsushi que yacía en el suelo, tenía la capacidad de comer por cuenta propia.

— Sabe delicioso, demasiado rico —Ya cambiados de ropa, en compañía de uno del otro disfrutando de la buena comida que acompañado de alguien que quieres sabe el doble de bien.

Antes para el ex dueño del casino lo mal valioso era ese sitio, aunque esto pasó a un descenso después de ser destruido tras la pelea entre él y los perros de caza. Sin embargo ahora una persona tomó una gran validez, ahí en su mirada violeta se formó una aura de ternura tanto como de tranquilidad.

Atsushi Nakajima correspondía ese bello sentir puro, cubiertos en un pedazo de felicidad que deseaba que perdurará por mil años, cuidaría de ese albino con la vida, arriesgando la propia vida.

El pacto del destino entre Atsushi Nakajima y Sigma estaba sellado, en algo podía ser cierto, pasado jamás tendría al ser escrito por aquel libro, pero viviría ese presente al lado de su compañero de trabajo y departamento, ese muchacho de dulce corazón envuelto en una gran amabilidad.

— Te prepararé todo el chazuke que quieras, Atsushi mi bebé precioso, cuidaré de ti aunque eso signifique poner en riesgo mi vida — El dolor que corría en sus venas, ahora se transformó en música angelical, aferrándose a alguien por lo que vivir, por esos tres años al fin podía sentir la vida correr por su sangre.

¿El libro? Pues estaba en custodia en un lugar secreto del que nadie tenía acceso, después de la amenaza desaparecida. Aya que tuvo la valentía en liberar al conde Bram, pronto los visitaría después de los acontecimientos recientes y con las aguas calmadas.

Merecía un aplauso, más que un simple aplauso porque si no hubiese sido por esa niña, todos en Yokohama serían vampiros y Fyodor reinaría junto a su plan, arriesgó la vida para mostrar la inocencia de la agencia de detectives, así que Kunikida pronto recibirá su visita.

♡̶ . ꒰🕊️ 𝗥𝗲𝗲𝘀𝗰𝗿𝗶𝗯𝗶𝗲𝗻𝗱𝗼 𝗲𝗹 𝗮𝗺𝗼𝗿 ១★💗ꜝꜞ ࣪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora