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Está terminando de vestirse para el casamiento de una de sus pocas amigas, se levantó tarde, anoche ya que se quedó armando y probando el nuevo sistema de rastreo y seguridad que diseñó. Ser la ingeniera mecánica, principal de BMW tiene sus responsabilidades. Y sí, quizás sea un poco workaholic, pero es porque ama lo que hace y ama su trabajo.

Ella es Abigail y está apunto de llegar tarde a la boda de su amiga, de la cual rechazó la propuesta de ser su dama de honor porque odia todo lo que tenga que ver con las bodas y más que nada con tener lidiar con una novia neurótica que quiere que todo salga perfecto.

—¿Dónde estás Madox? Te juro que te mandaré con mamá Coco si no estás aquí afuera en mi auto, en 5 min —él aparece en su BMW que la empresa le presta para transportarse completamente lavado e impecable—. Córrete a copiloto, pendejo te dije que estuvieras temprano aquí, mis ovarios están en juego ¿Sabés lo que me hará Ling Ming si llego tarde?

—Bueno si alguien no se hubiera quedado trabajando hasta tarde, podría haberse alistado antes.

—Que lindo, mira —levanta su dedo medio— se te cayó una opinión que nadie te acaba de pedir, porqué no te la metes en el culo. Ponte el cinturón.

—No, no Abigail —La ve con terror levantar el tablero y presionar unos botones.

En sus días de juventud y malas juntas, robaba autos para desmantelarlos y venderlos ¿Recuerdan rápidos y furiosos? Bueno, ella era una de esas que también hacía carrera clandestinas. Toca los botones, se pone una gorra, lentes de sol y una chamarra enorme y el auto cambia a algo que pueda correr, y también la patente del auto. Si la policía llega a arrestarla en un auto de la empresa, Úrsula exhibirá su cabeza en la sala de su casa, y le dirá a sus hijos y esposas que es un trofeo por andar corriendo carreras, bueno exagero, eso lo haría Nova, su esposa más impulsiva y volátil y Alexandria, se encargaría de limpiar la escena del crímen de su esposa, ya que es criminologa.

—¡No me quiero ir señor STARK! Soy demasiado joven —lloriquea su hermano, mientras un patrullero los sigue, antes de perderlo una cuadra antes de la iglesia.

—Vomita aquí —le da una bolsa— no manches mi auto.

Se estaciona, cambia la patente y el auto se modifica a su estado original, se coloca los zapatos rápidamente para salir volando y ocupar su lugar. Cumplir con la etiqueta de la sociedad y tener que usar los métodos de tortura vigentes -zapatos altos- le molesta, menos mal que es solo un día y por unas horas.

—Muy bien cuida el auto y... —lo mira temblando.

—Casi nos matas, loca.

—¿Te moriste? No. Entonces deja de lloriquear. Cambiemos de lugar y me dejas en la puerta, no correré o caminaré con esto —cambian rápido—. Nos vemos a la noche, te aviso cuándo me pases a buscar, de aquí me voy con Owen a la fiesta y si algo le pasa a mi auto, serás comida para tiburones.

Entra al último, la organizadora de la boda me intercepta y discutimos en susurrando.

—No tengo tiempo de buscar la tarjeta, la tengo en mi teléfono ¿Piensas que vendría a una boda con estas torturas en mis pies?

—No puedo dejarte pasar sin una invitación.

—¿Quieres explicarle tú a la novia porqué su mejor amiga no estuvo en la ceremonia? Créeme he visto al diablo de cerca y ella, puede ser mucho peor, no podrás organizar una boda, ni siquiera un baby shower el resto de tu vida.

—Su rostro empalidece— Pasa, pasa —ve la iglesia llena— allí al lado de la rubia junto a la vieja ridícula del gorro negro —nos miramos— no le digas que dije eso —se pone roja— el stress de esta boda va a matarme.

La hace pasar, deja que ella sola se acerque a buscar el lugar. Al pasar ve todos los asientos claramente abarrotados y hace un calor del asco adentro, menos mal que es una boda y el requisito mínimo es ir bien vestido y bañado, porque sino el caldo de olores sería asqueroso.

Mira mejor a esa gente ahí reunida y no sabía que su amiga y su novio se juntaran, con tanta gente coqueta, parece que les cagó la realeza encima. Divisa a la rubia de nuevo sin perderla de objetivo, así se acerca a ella para sentarse y acomodarse para la boda a su lado.

Se acerca y si que está bien linda, enfoca en ella sus ojos avellana y la mira entre sorprendida y extrañada cuándo le habla.

—Hola, perdón ¿Está ocupado? —la mira sin reaccionar— el asiento... llegué tarde y no sé dónde sentarme —<<genial la atonte con mi belleza ¿Podría culparla? No, sé que tengo lo mío>>.

—¿Vienes de parte del novio o de la novia?

—¿De ambos? De cualquiera, solo necesito un lugar donde...

La marcha nupcial comienza a sonar, todos se levantan y le extiende la mano, corriéndose un poco para hacerle lugar a su lado. Ella iba a irse, pero se quedó. Miran ambas hacía la puerta de entrada como todos, dónde la novia avanza a son de la marcha nupcial del brazo de su padre, entonces Abigail se da cuenta de un pequeño gran detalle.

Dulce como la mielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora