Eighteen¹⁸

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Nadie es suficiente. Ni una pareja ni un amigo, ni siquiera una madre amorosa sería suficiente, tampoco lo sería una familia ni una buena vida. Para Minho nunca sería suficiente. No había nada que lo saciara en realidad, aunque su vida fuera color de rosa y no el intento de una deformándose, aún sería todo malo. ¿Por qué? Encogerse de hombros para él bastaba.

Si no existiera su querida maestra, habría otra mujer. Si no existieran sus queridas compañeras, habrían otras damas. Siempre fue así. Su vida teniendo solo un camino forjado sobre el rio calmado que aparenta ser su realidad. Él ni siquiera debería estar pensando en ello, él no debería sumergirse en el agua azul, y más porque no había una tormenta fuera de la ventana que lo hiciera ahogarse en ella.

--¿Piensas?-- La voz de Felix lo hizo reaccionar. Claro, desde hace algunas semanas todo su tiempo se había reducido a la existencia del chico, incluso cuando él no estaba ahí. --¿En qué piensas?

Los ojos de Minho recorrieron los labios de Felix, estos demasiado curiosos para él. No sonrió, el sentimiento se quedó lento y profundo dentro de él.

--Siento que estoy perdiendo.-- Dijo, lento y soso. --Yo no debería pensar en ti todo el día. No debería pensar en ti como una persona, pero lo hago. Aun si pienso en solo tener sexo y desecharte, al final siempre me imagino volviendo. No puedo tocarte, sin embargo estoy envuelto en ti.

Los preciosos ojos de Felix se quedaron estáticos, clavados en los aburridos de Minho. Chico tramposo. Pensó al notarlo. ¿Qué clase de sentimientos tiene Felix si siempre se muestra confundido? Minho siempre se mostró reservado o juguetón, pero nunca pudo atravesar ninguna barrera con el menor, nunca pudo volverlo voluble a su gusto, y lo único que sabía de él era porque Felix así lo quería.

Felix no era idiota.

Felix sabía lo que significa.

Él entendía a la perfección lo que estaba ocurriendo.

Y lo dominaba perfectamente.

Cuando una sonrisa apareció en aquel bello rostro inocente lo pudo reconocer. No es que el niño fuera una mente maestra, tampoco estaba demasiado lejos del pensamiento de MInho, pero había algo ahí.

--No estás perdiendo nada...

Minho se inclinó sobre la silla encarando al chico.

--¿Qué es lo que quieres, niño?

Felix pareció sonrojarse, pero eso no hizo retroceder a Minho. Por primera vez estaba enfrentando a alguien en realidad, sin dar vueltas ni bromas, sin querer solo salir de ahí y olvidarlo por completo. Él estaba observando a los ojos de Felix sin evadirlos, recordando su nombre y linda cara. El niño lo imitó, inclinándose hasta que ambos estuvieron demasiado cerca.

Minho no tuvo tiempo de pensarlo bien, cuando pensar, él ya tenía ambas manos de Felix sobre su rostro, con los bonitos labios del chico golpeando suavemente contra los suyos.

Minho no tuvo tiempo de pensarlo bien, cuando pensar, él ya tenía ambas manos de Felix sobre su rostro, con los bonitos labios del chico golpeando suavemente contra los suyos

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𝐈𝐍𝐓𝐈𝐌𝐎 ✧ MinlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora