capítulo 18

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Puede que suene muy simple, pero el mar era un lugar muy importante para mi. Era el único sitio donde podía respirar en paz, un lugar donde todos mi malos pensamientos se desvanecian y podía pensar sin nada que me atormentase.

Por eso quise traer a Jisung aquí, por que me gustaría que me conociese más a fondo, quien soy en realidad.

–Ya llegamos– dije mientras apagaba el motor de la moto.

–Oh, me trajiste a ver el mar– dijo con ilusión –¿por qué?

–Ahora te lo diré, no seas impaciente Hannie.

Entrelace mi mano con la de el y lo lleve hacia la sedosa arena, que hoy estaba más suave que nunca. Nos quitamos los zapatos y nos pusimos a andar por la orilla.

–Te traje aquí por que quiero que conozcas todo de mi, quiero que sepas quien soy en profundidad –dije mirándole directamente.

–Claro Min, dejame conocerte tal y como eres– comentó con su hermosa sonrisa.

A partir de esas palabras le empecé a contar todo lo que pase por mi vida. Tantos los buenos momento que tuve en mi infancia, hasta todo lo que pasó con mi padre.

Mientras le contaba lo de mi padre, notaba como poco a poco se me escapaban las lágrimas y Jisung me escuchaba atentamente mientras limpiaba con sus pulgares, las pequeñas gotas de sufrimiento que caían lentamente por mis ojos.

–Minho, eres muy fuerte, más de lo que tu crees– decía mientras me abrazaba y yo escondía mi cabeza en su hombro. –Eres un chico maravilloso y mereces todo las cosas bonitas que te entregue este mundo.

–Créeme, que ya me dio una cosa bonita– le dije mientras sacaba mi cabeza de su pequeño hombro– y esa bonita cosa es mi amor por ti.

–El sentimiento es mutuo– cuando dijo Jisung eso, se puso de puntillas para darme un pico.

El se iba a separar ya, pero yo lo agarré de su pequeña cintura y profundice el beso robándole un suspiro al peliazul.

–Vamos, o llegaremos tarde– dije volviendo en dirección a la moto.

–Bueno, no pasaría nada, si total me toca matemáticas a primera hora– enredó sus dedos con los míos mientras hacía un pequeño puchero con sus carnosos labios, me acerque y le robe un pequeño besito.

–Tú y las matemáticas – le sonreí –¿Quieres que cuando acaben las clases, vengas a casa a ver a mis gatos?

–¡Si, porfavor! Quiero ver Dori, ya que gracias a ella hablamos por primera vez.– dijo con un brillito en sus preciosos ojos.

Subimos a la moto y fuimos en dirección al colegio y mientras estábamos de camino, no podía parar de reírme por las tantas quejas de Hannie por el maldito profesor de mates.

VECINOS || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora