❝ Y no puedo evitar amarte y odiarte al mismo tiempo ❞
Donde Pedro se encuentra entre la espada y la pared, tratando de decidir si seguir a su corazón o hacerle caso a la razón.
❝ Porque mirar tus ojos, se siente tan cálido, tan real ❞
PEDRO PASCAL...
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SERÍA MENTIRA DECIR QUE EVITABA A PEDRO, PODÍA ESCUCHAR MI MÓVIL sonar pero mi cuerpo parecía no reaccionar, o más bien, yo, no quería responder, luego de aquella desgarradora noticia, no pude evitar regresar a casa y encerrarme en la habitación. Con puntualidad, Pedro llamó pero, por alguna razón, me sentía herida, así que dejé que el buzón contestara por mí. No tardó más de cinco minutos, hasta que, nuevamente el tono de llamada, que había asignado para Pedro, comenzó a escucharse en la lejanía. Instintivamente, me cubrí con las sábanas, como si aquello fuera mi refugio para tal fatídica situación. Al, poco tiempo, el teléfono de casa, sonó. El único que llamaba por ahí era él, y eso era en pocas ocasiones al no responderle el móvil.
El sonido del mensaje de voz se hizo presente.
❝ Hey, Sof. He intentado contactarte. Pero, ahora me estoy preocupando, por favor, contesta. Quiero saber si estás bien ❞.
Y el silencio inundó de nuevo mi hogar. ¿Cómo podría hacerle, en especial cuando dentro de poco, me cambiaría al edificio donde vivía Pedro?, ¿acaso me toparía con aquella mujer?. Sin duda, mi cuerpo sintió escalofríos pero, en cuestión de segundos, me sentí culpable, Pedro no tenía la culpa de mis sentimientos, en especial cuando, yo nunca había tenido el valor. ¿Y si aquello era cierto, qué podía hacer? Alguien más había sido valiente para hacer lo que yo no pude.
༄
El sueño me venció, tal vez, por haber gastado todas mis lágrimas, que el sonido de la alarma me despertó. Domingo por la mañana, parecía tan terrible, triste y amargo, o simplemente era mi estado de ánimo que influía. Con torpeza, tomé el móvil entre mis manos, solo para cerciorarme que se encontraba casi al borde de apagarse. Maldije ante ello, detestaba de sobremanera, no verificar que el móvil estuviera cargando.
Diez llamadas perdidas y veinte mensajes de texto de Pedro, me hicieron considerar que tal vez, había exagerado mi actuar.
— ¡Mierda! — pronuncié, mis dedos se movieron alrededor de la pantalla y por inercia, se guiaron hacia el número de Pedro.
Suspiré antes de presionar y escuchar el clásico sonido de llamada. ¿Qué debía decir en ese caso?.
❝ Lo siento, Pedro. Solo leí que estabas con alguien y me sentía fatal por no ser yo ❞.
Aquello se escuchaba tan absurdo.
— ¡Sofi! — su voz denotaba preocupación y temor — ¡Mierda, estaba preocupado por tí. No llamabas y sentía que me volvía loco — expresó casi sin aliento.
— Lo siento, P... — intentando modular mi voz para no escucharse, tan, terrible — me quedé dormida y, lo olvidé por completo — mentí.
Del otro lado de la línea, lo escuché suspirar con alivio.
— No tienes por qué disculparte, rayito. Igual, discúlpame. No pensé mucho en el cambio de horario — aquello se sintió un alivio para mí, recordando que para Pedro probablemente era de noche, para mí, apenas iniciaba el día — llamaba para... Rayito, quiero decirte algo...
