❝ Y no puedo evitar amarte y odiarte al mismo tiempo ❞
Donde Pedro se encuentra entre la espada y la pared, tratando de decidir si seguir a su corazón o hacerle caso a la razón.
❝ Porque mirar tus ojos, se siente tan cálido, tan real ❞
PEDRO PASCAL...
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NO PODÍA NEGAR QUE MIRAR EL RELOJ, producía una extraña sensación en mi interior. Mis talones golpeaban contra el piso mientras las manecillas del reloj producían un leve dolor de cabeza al moverse con lentitud.
Sin más, me levanté del sofá, estrepitosamente y alisé mi camiseta, sabía que no podía seguir así, por lo que, simplemente, sin esperar la hora, tomé mis llaves y caminé fuera del departamento.
El camino era silencioso, al menos, así lo había querido, la radio parecía producir un malestar, en mi interior, otra vez. Divisé su hogar a unos cuantos metros de distancia, sin embargo, mi vista se centró en un puesto de flores, justo a un lado de un establecimiento. Sabía cuánto amaba los tulipanes, así que no podía desaprovechar aquel momento, en especial cuando aquello podría ser un buen regalo para su nuevo departamento.
— Ella debe significar mucho para regalarle algo así — miré confundido a aquella mujer mientras me entregaba las flores — cada flor representa algo, y, sin duda has hecho una buena elección. Gracias — concluyó antes de comenzar a atender a otra persona.
Regresé al auto con un tanto de prisa al percibir las ligeras pero amenazantes gotas de lluvia, y en cuestión de minutos me encontraba al pie de la puerta.
Tallé mis manos en mi pantalón de mezclilla, sacudiendo mi cuerpo mientras me encaminaba, ¿por qué estaba tan nervioso?.
Antes de que siquiera pudiera tocar, Sofia abrió la puerta a la par con una sonrisa mientras miraba hacia su lado derecho.
— Pedro — murmuró sorprendida, pude notar que esta contrajo levemente el ceño, pero solo bastaron dos segundos para volver a mirar aquella sonrisa — Es bueno volver a verte — mi corazón latió de prisa mientras soltaba un suspiro de alivio al sentir sus brazos rodear mi cuerpo, aunque habían pasado pocos días, no podía evitar sentirme reconfortado.
Ambos nos separamos mientras esta me regalaba una mirada enternecida.
— Lamento venir antes de lo esperado, salí más temprano de lo normal y no quería perder el tiempo — confesé, sonriendo mientras apretaba los labios.
— Sabes que siempre serás bienvenido en esta casa — contestó con una amplia sonrisa, y, aquello me hizo creer que todo estaba bien — Bueno, en la nueva casa — ambos reímos antes de que esta me permitiera acceder.
— Yo... — rasque levemente la nuca — traje esto para tí. Sé cuánto te gustan y, siendo sincero, no quería que se marchitaran en pocos días, porque eso no representa nisiquiera un poco de cuánto te quiero y agradezco que estés en mi vida — suspiré con nerviosismo ¡Mierda! Quiero golpearme por lo nervioso.
Sofi sonrió enternecida y con un ligero color carmesí en sus mejillas antes de abrazarme profundamente y murmurar una infinidad de gracias.
— No sé qué hice para merecerte, Pedro — mencionó ilusionada,
