『 -Tal vez yo soy el problema. 』
Maldiciones y amor no se pueden escribir en una misma página, o al menos eso es lo que piensa Geto Suguru al no poder proteger a sus amigos.
La única forma de poder amar libremente en un mundo de maldiciones es exter...
La voz del peliblanco le causó un escalofrío. Aunque para los demás no, era obvio para ellos, en especial para Yuna; había pasado semanas memorizando la energía maldita de Suguru para nunca olvidarse de ella, días en los que rascaba entre sus recuerdos para recordar el olor, la sensación, la calidez de la energía del pelinegro. Y los rastros que apenas se lograban encontrar en aquel centro comercial abandonado era la prueba de que su amigo había estado allí.
—Estará interesado en alguno de los estudiantes —mencionó la castaña.
No fue necesario especificar que se trataba de Yuuta, era natural que siendo un nuevo hechicero nivel especial muchos ojos estaban puestos en él. La confrontación que había tenido Inumaki con aquella maldición imprevista indicaba que no se trataba sólo de una coincidencia con la mala suerte, sino de algo adrede, los rastros de la energía maldita de Suguru seguían ahí.
A Yuna se le revolvió el estómago de solo pensar lo cerca que se encontraban del pelinegro; habían pasado tanto tiempo sin verlo, que en algunos momentos llegaba a olvidarlo, las rutinas sin él se volvieron algo normal y se convirtieron solo en Yuna, Shoko y Satoru.
Tomó un fuerte respiro comenzando a caminar fuera del recinto, sin poder soportar estar un segundo más allí. Satoru la miró con preocupación; siempre creyó que, de tener la mínima pista del paradero de Suguru, su amiga iría inmediatamente a buscarlo, pero en cambio sólo notó la repulsión al notar la energía maldita del pelinegro.
— ¿Estás bien? —Preguntó el peliblanco, en un tono casualmente desinteresado, sin querer presionar a Yuna.
—Tenemos que detener a Geto antes de que haga una tontería.
Satoru hizo una mueca, pero él mismo ya había pensado en ir con Yaga para comentar el movimiento de su amigo. Porque a pesar de todo aún lo seguía considerando como su mejor amigo, aunque ahora no sabía cómo lo describiría Yuna.
Ambos continuaron su camino subiendo al auto que los llevaría de regreso a la Escuela de Hechicería. La castaña se mantuvo todo el camino en silencio, sin saber cómo decidir si su corazón podría seguir perteneciendo a Suguru después de tantos años, porque tal vez ya no amaba a Suguru, tal vez solo amaba a su recuerdo.
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Pasado - 2006
No había visto a Suguru desde ese día, y no tanto porque lo estuviera evitando -puede que sí, un poco-, sino porque las misiones parecían seguir aumentando tanto para él como para Satoru.
—Entonces, te besó y cuando se separaron te dejó para ir a exorcizar otra maldición —resumió Shoko, con una sonrisa.
—No creo que lo haya hecho con intención de besarme —Yuna recibió una mueca de incredulidad por parte de su amiga, por lo que continuó antes de escuchar sus reclamos—. Solo fue porque le dije que no me había gustado fumar, seguro solo recordó que se podía también de esa manera y lo habrá hecho sin pensar.