Capítulo 09

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-Narra la protagonista-

Mis ojos se abrieron, pero estaba desorientada al no ver más que oscuridad, ¿me quedé ciega?

Comencé a palmear a mi alrededor, debía ubicarme de alguna manera. Salí de lo que intuí era un futón, comencé a gatear por el suelo hasta que mis manos se toparon con una pared que usé como apoyo para incorporarme, mis manos se toparon con el borde de una ventana, sin dudar, la abrí...

Caí al suelo sin reparo al sentir el cambio tan abrupto de luz que entró por la ventana, si antes no estaba ciega, ahora probablemente sí. Tallé mis ojos hasta acostumbrarme a la luz, pude distinguir que estaba en mi habitación, en la finca de mi padre. Me quedé un momento en el marco de la ventana para observar el patio trasero... Las glicinas han florecido en su mayoría... ¿cuánto tiempo estuve dormida?

Mis ojos pasearon por mi habitación... había flores en varios jarrones con agua, unas más frescas que otras, opté por guardar las que ya estaban totalmente secas, sea quien sea que las trajo, es un detalle que preservaré con gusto.

Mis pies se toparon con algo en el suelo. Al agacharme pude ver dos katanas, ambas de diferente tamaño, pero la empuñadura y la guarda eran del mismo color, de un azul tan profundo como la noche, tomé asiento para observarlas con más cuidado, empuñé la más pequeña, pese a su tamaño se siente pesada... pero no tanto para hacerla imposible de usar. La desenvainé, observando maravillada como la hoja se oscurecía, posteriormente pasó lo mismo con la otra katana. Tendré que consultar con mi padre sobre quién es el herrero que las forjó, debo de agradecer como se debe.

Mi vista se fijó en una preciosa horquilla que estaba encima de... ¿un uniforme de cazador?

Jamás me sentí digna de portar alguno... y ahora tengo dos, dos que son sumamente diferentes, mientras que uno se asemeja más a los que usan Muichiro y Yuichiro, el otro es igual al que usa Mitsuri. Al probarme ambos, pude notar que me quedaban a la perfección, algo curioso cuando menos, ¿cómo habrán tomado mis medidas?

Opté por primero dejarme le uniforme que se asemejaba al de los gemelos antes de llegar al espejo que tengo en mi habitación para observarme. Una clara mueca de disgusto se dibujó en mi rostro, comencé a cepillar mi cabello, el cual se nota que ha crecido bastante... ¿estará bien si lo corto?

Tomé la katana de menor longitud, después de dar un profundo suspiro corté mi cabello por encima de mis hombros, coloqué la horquilla cerca de mi oreja izquierda, debo de asegurarme de agradecer a todos los que tomaron parte de su tiempo para venir a verme, así como para traerme algo.

La longitud de una de las katanas imposibilitaría cargarlas en la cintura, por lo que el cinturón se adaptó a un arnés en la espalda, que coloqué por encima de mi haori, una vez lista, salí de mi habitación a paso tranquilo, decidí pasear por el jardín para ver más de cerca las glicinas en flor, el día de hoy era soleado, prácticamente sin nubes, algo muy tranquilo.

Era extraño pensar que la residencia estaba vacía, pero rápidamente me tranquilicé al recordar como es que papá disfruta de salir a caminar en compañía de mi madre y hermanos, probablemente hoy es un día de esos donde todos desearon salir, espero que vayan con cuidado. O quizá es uno de tantos días donde papá se dedica a visitar el cementerio, donde está el lugar de reposo de todos y cada uno de los cazadores, algunos de los cuales no pude evitar su cruel destino...

El aleteo de un ave me distrajo, se trataba de mi cuervo, el cual se había posado en mi hombro, para posteriormente restregarse contra mi mejilla —Soichiro, pareces inquieto, ¿ocurrió algo en especial?— pregunté con una sonrisa, después de repartir leves caricias por su azabache plumaje, batió sus alas, alejándose de manera rápida, quizá tenga hambre.

Esfuerzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora