2. Su nombre es Natch.

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Como era de esperarse, a la mañana siguiente no me levanté, era de suponerse, no iba a tratar de mantener las apariencias de que nada había pasado, e iba a ir a la escuela para que media humanidad me preguntaran cosas que preferiría olvidar, seguramente y como es todo el ritmo en esta ciudad que tanto la odio, -gracias madre por mudarte a esta ciudad solo porque papá te dejo.- en estos instantes ya se debía saber del asesinato, lo más seguro es que si iba todos estarían hablando de ello, y no faltaría el estúpido que preguntara sobre porqué tenía ojeras, lo obvio es que no dormí y luego preguntaría el porqué.

Me levanté lentamente de mi cama, recordando todos los posibles problemas que tendría por haber faltado a la escuela, ¿me importaban? Realmente no, ¿le importaban a mi madre? Si, por ende me importaba, esa era le realidad de la mayoría de los adolescentes de 16 años, o al menos esa era la mía. Cuando finalmente me incorporé lo primero que vista noto fue al gato, estaba acostado en medio de la habitación, parecía precisamente que quería llamar mi atención, tan pronto hicimos contacto visual me maulló.

— Hola gato —respondí a su maullido—.¿Qué quieres?.

El gato simplemente se acercó a mi y saltó a mis piernas y por raro que suene puso su pata en mi estomago, inmediatamente después entendí su mensaje.

— Aterrador, jamás pensé que los gatos fueran tan listos. —En efecto, los gatos algún día dominarían al mundo—. Esta bien, vamos por tu comida.

El gato saltó al suelo y camino a la puerta, mi cuarto me gustaba por lo pequeño pero útil que era, simplemente mi cama pegada la pared un closet a la derecha y mi escritorio a la izquierda, algo desordenado pero nada de que preocuparse, fui a mi escritorio y rebusque hasta encontrar mi cartera, la tome y luego busque mi mochila, para mi suerte la había traído a salvo junto con el gato después del incidente de ayer, busque adentro de él mi celular y con ello lo último fue cambiarme con ropa casual.

— Ya gato, vamos por tu comida. —Abrí cautelosamente la puerta y al ver que no había nadie, salimos los dos, buena suerte que la casa solo era de un piso, si no sería complicado percatarse de ello.

Cuando ya íbamos saliendo me fije en el espejo cerca de la entrada, rayos si que estaba hecho un desastre, podría por pasar como víctima del asesinato en ese instante, parecía muerto viviente, mi cabello negro completamente desordenado, mi piel que era pálida estaba acompañada de unas grandes ojeras, si mi cabello negro ya resaltaba esa palidez ahora las ojeras...

— Oficial, estoy hecho una mierda —me alabe a mi mismo, al mismo tiempo abrí la puerta dejando salir al gato primero y luego salí yo.

Todavía era temprano al parecer, ya que apenas salía el sol, tome el camino a la tienda y trate de dejar de pensar por un momento, claro cuando uno trata de dejar de pensar la verdad no sirve de mucho debido a que funciona a la inversa, así que deje que mi mente ganara al menos por era vez.

— Bien, se que no me vas a hacer caso cerebro, así que hazme recordar todo lo de ayer -pensé y vaya que mi cerebro me escuchó.

Tenía que hacer algo, no podría tener una vida normal si no hacía algo, ¿Qué haría si me invitaban algún día a una fiesta? (aja, como si fuera a suceder), mejor dicho, mi mayor preocupación era que no pudiera regresar a casa tan tarde como me gustaba, por ende tenía que hacer algo, no soportaría tener que regresar a casa temprano, estaba más que seguro que G. Chaos lo estaría buscando, y lo peor es que no sabía para que.

En ese instante llegaron a la tienda.

— Oh, que sorpresa Kane —saludó la señora de la tienda, por raro que suene me llevaba con ella, antes de quedarme a en la escuela hasta tarde para evitar llegar a su casa tan temprano era quedarse en esa tienda—, ¿No tienes escuela?.

"Y Ahora juntos, vestiremos de Sangre"(Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora