Day 2: ⚠️

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Fijación oral/Anhelo

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Apolo siempre había sido de los que prestaban atención a los detalles. Veía las cosas pequeñas con más facilidad que otras. Asimila todos estos y llega a conclusiones a su debido tiempo, y muy rara vez se equivocó en ellas.

Pero ¿qué conclusión debía sacar al notar la boca de Leónidas?

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Si bien esta es una semana LeoPolo, debo confesar que no me siento cómoda escribiendo contenido sexual con Leónidas Top, así que me disculpo, pero escribiré como me genere comodidad a mi, siguiendo los roles que siempre hago. Los capítulos con el emoji ⚠️ serán aquellos con dicha distinción.

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Cuando Leónidas estaba frustrado, tenía tendencia a masticar algo. La mayoría de las veces era la punta del puro que tuviera en el momento, haciendo rodar el tronco suavemente entre sus dientes, con el labio curvado alrededor de él como un cachorro con un diente torcido. De vez en cuando, descargaba su frustración con uno de esos quesos espartanos que decía tener en la lista de tres cosas que más le gustaban. Luego se lamía el labio inferior y sonreía, el poco de saliva hacía que su boca brillara como un caramelo duro.

Apolo no estaba realmente seguro de cuándo lo había notado.

Siempre había sido del tipo que presta atención a los detalles. Veía las cosas pequeñas con más facilidad que otras. Su tío Hades había decidido que era porque tenía una mente muy metódica. Asimila todos estos detalles y llega a conclusiones a su debido tiempo, y muy rara vez se equivocó en sus conclusiones.

Pero ¿qué conclusión debía sacar al notar la boca de Leónidas?

Lo volvía loco que cada vez que Leónidas hablaba, sus ojos inmediatamente bajaban a su boca. Era fascinante la forma en que sus labios se movían para formar las letras de cada palabra. La forma en que fruncieron cuando menciona su peculiar forma de llamarlo, Dios de mierda.

Fue una falta de respeto, sin duda. A menudo había oído a sus mujeres, ninfas y musas por Igual, espantados por el vocabulario del espartano. Leónidas era un buen hombre, pero no necesariamente lo que Apolo llamaría respetuoso.

Apolo había decidido que simplemente lo ignoraría. Después de todo, valoraba su amistad con Leónidas. Porque eran amigos, aunque Leónidas siguiera con su actitud ruda, afirmando que no eran cercanos. Era dulce de su parte querer hacerse el chico malo, cuando en realidad encontraban tiempo libre para cocinar o entrenar juntos en la villa de los espartanos. Apolo valoraba la confianza con la que se trataban luego de que Leónidas dejará de sentirse incómodo a su lado.

De todos modos, la boca de Leónidas no sería un problema, Apolo era bueno en no complicarse innecesariamente con sentimientos "fáciles de tratar". Seguramente no tendría dificultades en dejar de mirar.

Pensó que lo estaba haciendo bien hasta que un día, unos minutos después de la reunión del consejo de los dioses, sintió la mano de su tío Hades golpear su hombro. Se puso firme y apartó los ojos de la gran mesa, su dedo dejando de escribir el nombre de Leónidas en la superficie plana. Hades le levantó una ceja y Apolo se alegró de no ser los que se sonrojan fácilmente. La vergüenza le subió por el cuello como un sarpullido—. Tío —dijo, poniéndose de pie un poco demasiado rápido—. ¿Me necesitas para algo?

Από τους τρόπους που σε αγαπώ --- apoleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora