Day 11: ⚠️

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Hechizos/Polen sexual

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Leónidas recibe un hechizo muy interesante en el campo de batalla. Apolo está feliz de ayudar.

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Si bien esta es una semana LeoPolo, debo confesar que no me siento cómoda escribiendo contenido sexual con Leónidas Top, así que me disculpo, pero escribiré como me genere comodidad a mi, siguiendo los roles que siempre hago. Los capítulos con el emoji ⚠️ serán aquellos con dicha distinción.

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Cuando suenan unos golpes en la puerta de Leónidas, éste sabe quién es sin necesidad de abrirla. Lo escuchó pasar por entre medio de sus soldados, el constante golpeteo de su túnica al chocar contra su cuerpo y el ocasional resoplido de aliento; lo oscuchó con la ayuda de un par de orejas grandes y triangulares que brotaban de su cabello justo un poco por encima del suyo. Y cuando abre la puerta y lo mete dentro, también lo huele; y el calor febril en sus entrañas sólo empeora.

Mierda.

—Dios —gruñe Leónidas, cerrando la puerta detrás de él con un fuerte azote—. ¿Quién más lo sabe?

Debido a su condición divina, el cuerpo de Apolo no choca satisfactoriamente contra la pared cuando está inmovilizado. Ni siquiera parece importarle; grandes ojos dorados se mueven de un lado a otro sobre la cabeza de Leónidas, observando las orejas de pelaje blanco que acaban de brotar allí.

Oh my- —parece que está a punto de estallar en carcajadas.

Leónidas lo empuja nuevamente contra la pared—. ¡Habla¿Quién más lo sabe?

—Nadie —se recupera mejor de lo que la mayoría de la gente esperaría, incluso cuando está inmovilizado contra la pared del dormitorio de Leónidas, casi saltando sobre las puntas de sus pies—. Me enteré de Hermes, pero le dije que no contará ni una palabra a nadie más, me asegure de convencerlo antes de que se fuera. No dirá nada, lo prometo. ¿Estás bien?

Leónidas gruñe (en realidad, literalmente gruñe) y lo mira fijamente—. ¿Qué crees? —pregunta, desafiando a Apolo a decir algo sobre las orejas de gato que actualmente tiene clavadas contra la coronilla de su cráneo o la larga cola negra que se hincha con rabia en la base de su columna.

Apolo se ríe suavemente por la nariz—. Está bien, está bien —y pasa una mano por el cuero cabelludo de Leónidas, alborotando su cabello, y comienza a hacer una pregunta.

Una que nunca llega a articular porque en el momento en que la mano de Apolo lo toca, los ojos de Leónidas se cierran y maúlla como una puta sobreactuada.

El momento queda cargado entre ellos.

Luego Leónidas empuja su cara contra el hombro de Apolo donde nadie puede verlo y hierve allí durante un largo minuto. Y como suele hacer, Apolo se queda quieto y toma todo lo que el espertano le da.

Leónidas deja escapar un profundo y furioso suspiro. Más bien un silbido que otra cosa.

—¿Qué necesitas? —pregunta el Dios.

Από τους τρόπους που σε αγαπώ --- apoleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora