Day 9

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Príncipe/Guardaespaldas

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Leónidas es un agente del servicio secreto encargado de proteger al Presidente, y a veces eso significa ir más allá.

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Leónidas se puso firme, con las manos entrelazadas detrás de la espalda, en alerta máxima mientras miraba al hombre detrás del escritorio. El hombre era un intolerante, sexista, racista y matón, pero también era el presidente electo de los Estados Unidos de América, y su trabajo como agente del servicio secreto era proteger al hombre con su vida.

Y por supuesto, eso es exactamente lo que Leónidas haría, a pesar de sus prejuicios personales contra el hombre, lo protegería sin lugar a dudas. Era su deber, su misión. El auricular en su oído zumbó y se le indicó que su relevo estaba justo afuera. Su turno había terminado, pero no podía relajarse todavía, no se movería de su puesto junto a la puerta de la oficina oval hasta que terminara esta reunión y todos los ministros de Asuntos Exteriores se hubieran ido, aunque le tomara toda la noche.

Había pasado casi un año desde que Leónidas había sido ascendido, se sorprendió cuando Brunhilde, su jefa, amiga y jefa del servicio secreto, le dijo que había conseguido uno de los puestos convertidos al servicio de su presidente. A veces se preguntaba si todavía lo habría recibido si el presidente hubiera sabido sobre su sexualidad. Probablemente no, pero que así sea. Su vida personal no influía en que él pudiera hacer su trabajo.

Sorprendentemente, durante el último año, Leónidas se había ganado un poco de respeto por el hombre, ser presidente no era fácil y las largas horas que trabajaba eran ridículas. Había hecho algo bueno y algo malo durante su mandato, pero todo eso no tenía relación con Leónidas y su trabajo.

Esta noche iban a un compromiso en la embajada del Reino de Olympus. Era un pequeño reino diminuto, pero eran ricos en minerales y recursos y asegurar una alianza con ellos sería bueno para la nación. Todos estaban en alerta máxima ya que habían habido amenazas contra el Rey y el Príncipe de Olympus y el Presidente por parte de aquellos que no querían que tal alianza se llevara a cabo.

Leónidas estaba a sólo unos metros de distancia del Presidente, siguiéndolo mientras avanzaba por la fiesta. A su derecha, con el rabillo del ojo, podía ver a Geirölul mientras seguía a la primera dama. Geirölul puso los ojos en blanco y Leónidas tuvo que contener una sonrisa. Ambos odiaban este tipo de asuntos, solo pensar en cuánto habría costado todo esto le revolvía el estómago a Leónidas, que el dinero podía hacer bien en muchos otros lugares.

Eran casi las 10:30 p. m. cuando las puertas del salón de baile se abrieron de golpe y Leónidas se puso en alerta, hubo un grito ahogado de la multitud y todos se giraron para ver qué estaba pasando. Leónidas tomó su lugar frente al Presidente, en caso de que fuera una amenaza y contuvo el grito de asombro mientras posaba sus ojos en el hombre más hermoso que jamás había visto.

El hombre sonrió disculpándose mientras entraba al salón de baile, mientras la gente hacía reverencias e inclinaciones a su alrededor. Caminó directamente hacia Leónidas y le sonrió. Al darse cuenta de que pertenecía a la realeza, Leónidas dio un paso a un lado y permitió que el hombre se acercara al presidente.

—Señor presidente, lamento mucho mi llegada tardía, mi avión tuvo un incidente desafortunado y tuve que tomar un vuelo comercial —dijo el hombre extendiendo la mano.

—Príncipe Apolo, está perfectamente bien, tu padre ha sido más que amable y yo he disfrutado de la maravillosa comida.

Leónidas contuvo poner los ojos en blanco, el presidente había estado llenándose la cara con su comida elegante toda la noche.

Από τους τρόπους που σε αγαπώ --- apoleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora