Day 10

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Primero encuentros

👋

Es un poco divertido para Leónidas ver a su amiga pretender derramar torpemente su margarita sobre la pelirosa... excepto que probablemente no esté en posición de criticar.

👋

Su amiga es una amenaza.

Leónidas casi se siente mal por la muchacha de cabello rosa con la que está hablando, una chica pequeña cuya blusa está actualmente empapada en una margarita que costo menos de lo que -Leónidas cree- le gustaría saber. Ella parece sorprendida, sus grandes ojos se abren aún más, pero también hay una expresión de satisfacción en su rostro cuando Geirölul se disculpa.

Por favor.

Leónidas conoce a su amiga; lleva once años practicando boxeo. Sabe dar puñetazos y patadas con tacones de aguja sin tambalearse. No hay manera de que el derrame fuera un accidente.

Quizás la pelirosa pueda darse cuenta. Ahora se ríe, inclinándose hacia Geirölul como si fueran las únicas personas en la pista de baile, sus dedos rozando delicadamente la muñeca de Geir. Riéndose, Leónidas observa cómo la sonrisa de su amiga pasa de ser algo burlón a algo más genuino. No tiene ningún interés en presenciar los intentos de seducción de Geirölul, pero aun así...

Es bueno verla así.

Leónidas se recuesta contra la barra del bar, bebiendo de su vaso. Geirölul lo había arrastrado hasta el bar con el pretexto de encontrarle compañía, diciendo que merece pasar bien y tener "algo de amor", pero la verdad es que para ella no es tan diferente.

Geirölul puede ser la más ruidosa y brillante, pero a su manera está irritada bajo la mirada de sus padres, por la forma en que se viste, las parejas que ha tenido, la vida que quiere. A pesar de eso, ella siempre ha tratado de estar ahí para él, su apoyo en cada tormenta.

Y Leónidas siempre será el mismo para ella.

Le gusta pensar que sabe juzgar bien el carácter, lo que significa que sabía desde el principio que Gorgo no estaba preparada para una relación formal y que Haggis era tan amable que Geirölul se lo comería vivo de una manera no sexy.

Esta chica nueva, con esa expresión interesada y desafiante en su rostro, parece que podría defenderse. Tal vez por una noche, tal vez para toda la vida, pero valdría la pena si sigue poniendo esa mirada aturdida y feliz en el rostro de Geir.

Es lo que Geirölul se merece.

Sintiéndose contento, Leónidas hace girar su bebida. Se voltea hacia la izquierda para mirar hacia la barra nuevamente, excepto que el movimiento se interrumpe cuando su codo golpea lo que parece una pared y el alcohol salpica su muñeca y cae sobre...

Un hombre.

Un hombre muy guapo.

Un hombre magnífico cuya camisa blanca está empapada con la bebida de Leónidas y la tela pegada a sus abdominales.

—Lo siento —comienza Leónidas, espera que su voz no se escuche tan enojada como siempre. Y agradece poder excusar sus mejillas enrojecidas por el alcohol.

El hombre se ríe y se tira de la camisa.

—Esto es desafortunado —levanta una ceja mientras su mirada se conecta con la de Leónidas—. Me distraí viendo cómo mirabas a mi hermana. Creo que llegas demasiado tarde si buscas acercarte a ella.

Leónidas parpadea. Ahora que lo menciona, ambos tienen el mismo tono de cabello, un rosa semejante al algodón de azucar—. No lo estaba —dice, para no crear confuciones —. Esa no es lo intención —su mirada vuelve a caer hacia la camisa empapada del hombre.

La boca del hombre se arquea con complicidad y los ojos de Leónidas se sienten atraídos por el rosa de sus labios—. Ah. En ese caso... —se acerca y extiende una fina mano con anillos resplandecientes—. Soy Apolo.

Leónidas la agarra, tratando de ignorar la forma en que una sonrisa se extiende por su rostro demasiado rápido, puede sentir los latidos de su corazón retumban en sus oídos mientras distingue el brillo dorado en los ojos del joven—. Soy Leónidas —dice suave—. Encantado de conocerte, Apolo.

Από τους τρόπους που σε αγαπώ --- apoleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora