Day 7

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Anestesia

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Apolo, un bailarín de ballet, se lesiona la rodilla en una de las prácticas y necesita una cirugía. La cirugía va bien, pero cuando se despierta y todavía está drogado, conoce a un hermoso ángel llamado Leónidas y no quiere dejar ir a esa criatura perfecta.

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Leónidas Agíada no tuvo un día particularmente ocupado y esa fue exactamente la razón por la que se le ordenó quedarse con uno de los pacientes mientras se despertaba de una cirugía. Leónidas sabía que el paciente había pasado por una cirugía menor en la rodilla y necesitaban que alguien lo vigilara mientras se despertaba. Aparentemente ningún familiar estaba disponible en ese momento para estar con él, por lo que Leónidas se quedó como su niñera. Genial.

Leónidas gimió mientras tomaba el historial médico del paciente antes de dirigirse a la habitación donde el otro lo estaba esperando. Hasta donde Leónidas sabía, la cirugía de rodilla salió bien, así que básicamente solo necesitaba ser una puta niñera. De nuevo.

Paciente: Apolo Phoebus.

Leónidas luego respiró hondo y finalmente entró en la habitación donde el tal Apolo estaba descansando. Sabiendo que los pacientes eran muy sensibles a todo lo que los rodeaba, abrió la puerta lo más silenciosamente que pudo y lentamente entró, cerrándola en silencio y con cuidado. Luego se dio la vuelta y lentamente se dirigió a la cama, abriendo mucho los ojos cuando vio a su paciente actual. No sabía qué esperar y qué ver cuando entrara, pero honestamente no esperaba ver un ángel rosa descansando en la cama.

Apolo era guapo y marcaba todo lo que a Leónidas le gustaba en un chico; alto, buena complexión y guapo. Sin embargo, pronto volvió a la realidad cuando el otro se movió y gimió, Leónidas colocó los registros médicos en la cama vacía al lado de Apolo y luego llevó su silla a la cama ocupada, se sentó y puso una mejor cara. Ya no odiando tanto su trabajo como niñera actual. 

Podía valer la pena con sólo ver a alguien como Apolo, lo demás no le importaba en lo más mínimo. Sabía que sus pensamientos no eran profesionales, por lo que hizo todo lo posible para combatirlos. Sin embargo, cuando Apolo finalmente abrió los ojos y vio los hermosos ojos color oro de su pariente, fue algo imposible. Leónidas pudo ver que Apolo estaba tratando de enfocar sus ojos en él, pero aún así viajaban por todos lados.


Apolo no sabía lo que estaba pasando ni dónde estaba. La habitación era blanca, pero podía jurar que iba cambiando de color de vez en cuando y cuando movía la cabeza sentía como si estuviera flotando entre las nubes. Abrió la boca para decir algo, pero no salió nada y juró que tenía un paño seco metido dentro de la boca en lugar de lengua. Tenía sed. Apolo intentó mover su mano, pero no pudo y empezó a entrar en pánico. ¿Estaba muerto? El pánico duró hasta que vio a alguien sentado a su lado. Cuando vio a la persona mirándolo con tanta tranquilidad, Apolo estuvo seguro de que estaba muerto, porque el hombre era angelical.

Probablemente un ángel dándole la bienvenida en el cielo. Pero ese pensamiento lo hizo fruncir el ceño; ¿realmente pertenecía al cielo?

—Hola —dijo el ángel suavemente y Apolo gimió porque no podía responder adecuadamente—. Soy Leónidas Agíada y hoy estaré aquí contigo hasta que-

—Estoy muerto, ¿no? —de repente logró soltar Apolo y Leónidas solo sacudió la cabeza.

—Tuviste una cirugía menor en tu rodilla, pero creo que lograrás seguir adelante —dijo Leónidas en broma y luego se puso de pie, sabiendo que necesitaba revisarlo adecuadamente, a pesar de que no era el médico de Apolo. El médico de Apolo tenía actualmente otra cirugía, por eso decidió que era necesario un pequeño chequeo.  

Από τους τρόπους που σε αγαπώ --- apoleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora