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El aire fresco del otoño sopla suavemente entre los árboles del bosque, haciendo que las últimas hojas se desprendieran y danzaran en el aire antes de caer al suelo. El viento es gélido, anuncia la llegada del invierno.

Rusia y Estados Unidos se encuentran sentados en un claro rodeado de árboles, sumidos en la lectura de un libro. Algunos rayos de sol logran infiltrarse en las espesas nubes grises y a través las ramas, creando patrones de luz y sombras sobre el suelo cubierto de hojas secas.

U.S.A pasó una página del libro con cuidado, mientras su amigo albino, Rusia, escucha con atención, recostado a su lado. Esta es una de sus costumbres favoritas del ruso, sentarse juntos en el bosque y leer. Sinceramente, Estados Unidos preferiría estar corriendo por todo el bosque, pero cómo ya hicieron eso el día anterior, hoy le toca a Rusia elegir el juego del día de hoy.

¿Y cuál fue la actividad que propuso?

Si, así es, Rusia quiso que le leyeran un libro.

Cada que su amigo propone está actividad, Estados Unidos es quién siempre trae los libros, ya que Rusia no tiene. El estadounidense ha aprendido que su amigo disfruta de la lectura, incluso le ha pedido libros prestados; no obstante, U.S.A no puede darle ningún libro, ya que todos pertenecen a su padre.

En esta ocasión, Estados Unidos ha traído un libro que encontró escondido en su biblioteca. Desde el momento en que leyó el prólogo, supo que el libro es del género de fantasía. Hacía mucho tiempo que no se sumergía en un libro de ese tipo, y la emoción al verlo se reflejó en sus ojos.

El pequeño niño rubio terminó de leer el libro y, apenas pronunció las últimas palabras, su amigo de bandera tricolor comenzó a hablar.

—Odio ese final, es muy feo y raro—expresó el pequeño con desagrado—. Esa cosa del epílogo es basura.

—Sí, a mi también me gustó más el final anterior—le siguió U.S.A, estando de acuerdo.

—Ese final le quita todo lo genial al cuento—agregó el albino, con cierta indignación en su voz.

—Yo creo que lo hace más realista—dijo Estados Unidos, aunque no está del todo seguro de sus propias palabras.

—Odio lo realista—aseguró el tricolor—. Prefiero los libros de fantasía. Lo real da asco, el mundo real es horrible.

—No creo que todo sea tan malo, solo es... complicado—respondió el rubio, mientras acaricia el libro en sus manos—. Mis padres no me dejan leer este tipo de cosas—susurró para sí mismo, dejando escapar un atisbo de tristeza.

A Estados Unidos le encantan los libros de fantasía. Adora sumergirse en esas historias donde todo es posible, donde la imaginación podía volar sin restricciones.

—Deberías conseguir más libros como ese, son los mejores—pidió el ruso.

— ¿Te gustan mucho?—preguntó el estadounidense, mostrando un poco de curiosidad.

—Me ayudan a olvidar este mundo de mierda—expreso bastante franco—. Esos libros son como los sueños, bonitos y divertidos.

—A mis padres no me gustan los sueños, dicen que únicamente los fracasados sueñan; los sueños solo traen miseria—explico el menor, bajando la cabeza—. Ellos dicen que tengo que tener los pies en la tierra y siempre ser realista, sólo así triunfare y seré alguien.

Desde que tiene memoria, sus padres lo llenaron de expectativas y ambiciones que un niño de su edad no puede cumplir. Sin embargo, él no quiere decepcionar a sus padres, así que siempre trata de cumplir los deseos de mamá y papá.

ႮΝ ᏞႮᏀᎪᎡ ᎷᎬᎫϴᎡ〘RᴜsAᴍᴇ〙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora