CAPÍTULO 5

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Louis no se entretuvo en la sobremesa. Se bebió el café casi humeante a toda prisa, recogió sus cosas y fue un momento al cuarto de baño antes de regresar a su hostal.

No necesitaba que nadie le dijera dónde estaba, en esa área, el cuarto de baño para las visitas. Estaba en el gran corredor central, girando a la derecha, pasando las escaleras, la primera puerta a la derecha.

Al pasar por delante de las escaleras no se percató de la presencia de Josephine hasta tenerla justo delante. Estaba tan quieta, tan silenciosa... Era como una estatua de mármol, fría y mayestática.

—Madre— le dijo.

¿Acaso lo estaba esperando allí? Un rato antes Hans les había dicho que se había retirado temprano a sus aposentos, Gemma dijo que eso era lo que solía hacer, que no tenía nada que ver con su presencia en la casa. También le dijo que no se sintiera mal por eso.

—Yo... Hola —trató de esbozar una sonrisa—. ¿Querías verme?

—¿Por qué sigues aquí? —preguntó Josephine en un tono sombrío—. Te he dicho que te vayas... Deja de molestar a los señores, puedes volver a provocar un problema mayor con tu presencia.

Louis sintió que la sonrisa le bailaba en los labios.

— Este ya no es tu lugar, Louis.

—Madre... —Dijo y se irguió. Ya no era aquel adolescente asustadizo del pasado. Nunca volvería a serlo en realidad—. Con todo respeto, soy yo quien decide cuál es mi lugar, no tú. Nunca más voy a dejar que me digas que sí y qué no debo hacer o cómo debo de ser. Ni con quien sí debo o no relacionarme. Si quiero convivir con mis amigos de la infancia, lo haré.

—Nunca te corresponderá. Lo sabes. — La hermosa cara de su madre era tan distinta de aquellas palabras crueles que de su boca salían. — ¿Has vuelto por él, verdad? Aun sabiendo que eso no está bien. Que es antinatural. ¡Es un pecado, Louis!

—Te equivocas, madre. He vuelto por ti.

— No mientas. Eso también es un pecado.

—No, madre. He vuelto por ti. Pero ahora veo que ha sido un error. Me sigues viendo como una aberración, ¿cómo es posible que sigas sin aceptar a tu propio hijo?

— ¿De dónde sacaron dinero para comprar los viñedos? —preguntó Josephine, cambiando de tema abruptamente—. ¿Quién se los dio?

—George —dijo Louis. —Cuando se enteró que fui desterrado de aquí y Liam decidió irse conmigo, nos compró un boleto a Australia y nos acogió como su familia, murió hace casi tres años. Éramos su única familia cercana.

George Tomlinson era el abuelo paterno al que solo habían conocido a través de tarjetas de felicitación de cumpleaños y de Navidad hasta que llegaron a Londres. El hombre cuyo apellido llevaban tanto Liam como Louis siempre había vivido en Australia.

— George Tomlinson ¿Lo recuerdas? El padre de Anton, el hombre con el que te casaste. ¿El abuelo de tus hijos? Te equivocaste con él. Sí que nos quería. Prácticamente él nos rescató como no pudo hacerlo con su hijo.

—¿Él les heredó todo? —la voz de Josephine temblaba ligeramente—. ¿Pero por qué?

—Porque éramos sus únicos nietos, su única familia...—dijo Louis en un tono de exasperación. — A los tres años de vivir con él nos enteramos que tenía cáncer, él creía que moriría pronto así que nos repartió por partes iguales la herencia, la herencia que le pertenecía a mi padre, pero como bien sabes, él nunca regresó del mar.

No quería seguir hablando con su madre, no sobre ese tema, ni sobre ningún otro.

— Afortunadamente el abuelo vivió algunos años más y nos apoyó con la empresa que iniciamos. No creíste que íbamos a ser capaces de salir adelante, ¿verdad? No creíste que podíamos lograrlo, pensaste que regresaríamos arrastrándonos a pedirte perdón y seguir viviendo bajo el yugo de tus normas.

UN SUEÑO PROHIBIDO (LS AP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora