|Capítulo 9: Consecuencias (+18)|

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Stratený Les, Oeste del mundo, Klan de los Nacidos de las Nubes

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Stratený Les, Oeste del mundo, Klan de los Nacidos de las Nubes.

Durante los primeros vestigios de los albores que teñían de tonos rosados los cielos, Gael caminaba hacia la habitación en la que descansaban Pouri y Virav. Su semblante estaba desfigurado, con la frente arrugada y una angustia reflejada en esos ojos morados. Cuando se posicionó frente a la puerta, emitió un suspiro a la par que trataba de relajarse.

Tocó la puerta.

A los pocos minutos, y a medio vestir, Pouri la deslizó con una expresión serena.

—Buenos días, joven Pouri —saludó el mayor con una falsa sonrisa—. Hoy los voy a ayudar a entrenar con las armas antes de que vayan a ayudar al Klan. Por desgracia, Dante no podrá. Así que los espero en la entrada.

De repente, el semblante del albino se ensombreció.

—¿No podrá...? ¿Le ocurrió algo? —cuestionó—. Seguro es por lo que no dejaba de tocarse el pecho.

—Nada más tiene fiebre alta —respondió Gael en un tono bajo—. Estará bien una vez que descanse. Lo espero en la entrada.

Gael ejerció una reverencia y dándose vuelta, avanzó hacia la habitación principal. Por su parte, Pouri hizo una leve mueca y se encargó de levantar a Virav con una suave patada. Al cabo de algunos minutos, en compañía de Syoxi, se encontraban encaminándose en dirección a donde se localizaba el Mestizo.

Este se hallaba hincado frente a su protegido, quien se hallaba en un lecho y respiraba a un ritmo acelerado. Gael los observó unos instantes antes de regresar la atención a Dante para ponerle una pasta untada en una hoja en la frente. Después se puso de pie.

—¿Listos? Coman primero.

En completo silencio, los tres se sentaron a la mesa y tomaron un cuenco.

—¿Se quedará solo en ese estado? —cuestionó Syoxi, lo que Pouri agradeció.

—No, llamaré a un Curandero para que esté al pendiente. La fiebre no se quitará con nada, pero lo mantendrán estable —explicó en medio de una mueca a la par que se acordaba en un cojín—. Por lo pronto, más tarde, pueden ir preguntando en qué pueden ayudar en el Klan. Seguro les harán unas pruebas de combate, no es complicado.

—Oh... Bien —respondió la Daivat tras dar los últimos bocados a la comida.

En cambio, Pouri atisbó a Dante cada cierto intervalo de tiempo. Pese a que Gael tendía a cambiarle la pasta de la frente, la fiebre no parecía disminuir. Su rostro moreno estaba empapado de sudor y tenía los labios abiertos para poder respirar. Al paso de unos momentos, Gael colocó los cuencos limpios en la superficie de la mesa y se colgó una bolsa en el hombro. Miró a sus invitados y anunció:

—Andando.

Los tres habitantes del Na'Farko se incorporaron y fueron tras el mayor cuando este salió de la cabaña.

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