Cap. 1 (Inicios)

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(by Amy)

Todo empieza cuando era tan solo una niña pequeña. Tenía una vida muy común hasta entonces; era hija de padres muy ocupados con el trabajo, ya sabes, lo común en los padres. Ellos... bueno, eran algo estrictos, querían que yo fuera muy "correcta", así que siempre hicieron que estudiara en escuelas o cosas privadas, aunque tuvieran que trabajar excesivamente para poder pagarlas.

Además de mí, tenían otro hijo: mi hermano. Él, en ese entonces, ya era mayor de edad, por lo que le gustaba pasar mucho tiempo fuera de casa, quién sabe haciendo qué. Nunca pude verlo muy a menudo, pero cuando lo hacía, me la pasaba muy bien con él. Parecía que yo le agradaba la mayor parte del tiempo... podría decir que me quería.

Pasé muchos momentos sola, ya que cuando no estaba con mi hermano, intentaba estar con mis padres, pero ellos pasaban mucho tiempo fuera, trabajando. Cuando ellos estaban en casa, era únicamente para descansar lo necesario y al día siguiente seguir con lo mismo. Antes de dormirse, los dos me saludaban, y creo que no mucho más... Oh, sí, a veces me traían cosas, pero se despedían luego y se iban a descansar. Por las mañanas, muy temprano, cuando yo aún permanecía durmiendo, ellos ya se encontraban saliendo de casa, apresurados como siempre. Era difícil encontrarlos desocupados o pasando mucho tiempo en el hogar, pero no me importaba mucho... llegué a acostumbrarme a esa vida después de haber estado con aquel mismo ciclo por tanto tiempo.

A la escuela debía ir sin ellos, pero por suerte teníamos a una vecina muy amable que, desde el principio, se ofreció a llevarme junto a su hija de mi edad a la misma escuela. Recuerdo que ahí tenía unos cuantos amigos, no eran muchos, pero solo podía verlos al llegar allí.

Bueno, seguía así, en lo mismo; día tras día, pasaban las semanas, meses... Incluso algunos años. Ya tenía diez.

Hasta que un día... bueno, qué cliché; todo cambió.

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En el primer piso de la casa, se escucha el sonido del teléfono.

—¿Mamá? —me pregunté.

Fui corriendo desde mi habitación del segundo piso hasta la sala de la casa. Llegué al teléfono y este estaba un poco alto para mi estatura. Di un pequeño salto para agarrarlo y lo conseguí. Contesté la llamada esperando escuchar la voz de mi mamá, pero...

—Hooolaaa, ¿quién es? —pregunté con una vocecita aguda, confiadamente y aparentando una edad menor a la que ya tenía.

Mi voz se vio interrumpida por unos ruidos extraños provenientes del otro lado de la llamada, sonidos del exterior: autos y lo que parecía ser mucho caos. Mi cara cambió a una mueca de disgusto por los ruidos tan fuertes y desesperantes. Pronto, la voz de un hombre habló, parecía agitado y muy preocupado; parece que apenas escuchó lo que dije.

—¿Qué?, ¿quién es? ¿Amy? ¡Hum! ¡¿Está tu hermano?! ¡Es urgente, necesito avisarle...! Oh, Dios mío, perdona Amy, tengo que ir con ellos, con tus padres. Dile a tu hermano por mí, lo siento mucho, pequeña. Tuvieron un accidente, un accidente automovilístico. Ya hemos llamado a una ambulancia —el hombre seguía hablando, pero dejé de escucharlo. Me perdí en mis pensamientos... ignorando lo demás.

—¿Mamá, papá...? —dije en voz baja, mientras me imaginaba lo que pudo haber ocurrido con mis padres por las palabras de ese hombre. Pasaban los segundos y mientras más tiempo avanzaba, más pensaba, y en mi cara se iba formando una mueca muy triste, para después encontrarme llorando.
Caí sentada al piso con muchísimas lágrimas brotando de mis ojos, mientras me repetía entre sollozos que no era cierto lo que oí.

Conectar Contigo | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora