Cap. 10 (Un camino a la redención)

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(by Tom)

Nunca antes había experimentado una sensación como la que he tenido últimamente. ¿Qué podría ser? Cada vez que escucho a mi hermano intercambiar palabras cariñosas con Amy, algo dentro de mí arde, me duele, me... desgarra.

¿Serán celos? Qué absurdo. Hace una semana, jamás habría considerado la posibilidad de sentir celos. La idea de un "yo" celoso era completamente descabellada e imposible. Quiero decir, es cierto, nunca he sentido celos antes. He salido con muchas chicas, con todas las que he querido. Las he tenido a todas a mi disposición, ¿por qué sentiría celos ahora?

Pero en este momento...

Amy se ha fijado en Bill, no en mí.

¿Podría ser que esto me provoca celos? Bill y Amy se gustan, y su atracción mutua es tan evidente que me enferma.

No puedo soportarlo, debo hacer algo.

Amy será mía...

.

.

.

-¡Anda, suéltalo, Bill! -le gritaba a mi hermano, ambos aferrados al móvil, forcejeando.

-¡Suelta tú, Tom! ¡Es mi móvil!

Mientras tanto, Georg se despertaba y empezaba a bostezar. No entendía nada del escándalo que estábamos armando Bill y yo. Al terminar de bostezar, miró desconcertado la escena y luego dirigió su mirada hacia Gustav, que estaba sentado a su lado. Con una expresión de total desconcierto, le pedía silenciosamente una explicación. "¿Es que ni en el autobús pueden estar tranquilos?", pensaba.

-Hm, pues están peleando por el móvil. Han estado en llamada con Amy, y ninguno ha querido soltarlo, incluso ahora que ya colgó -explicó Gustav, viendo que Georg no entendía nada; él había dormido durante todo el viaje. En cambio, Gustav, se mantuvo despierto todo el tiempo, sentado en silencio y cómodo junto a Georg. Ellos se sentaban al lado de los gemelos, separados solo por un pequeño pasillo.

-¡Dámelo, Bill, ya hablaste mucho con Amy! ¿Por qué no me lo prestas?

-¡Suelta, suelta! ¡No te lo doy, es mío!

-¡Incluso te le declaraste en mi cara! ¿No es suficiente? -ups.

-¡Pero!... ¿qué dices? -dijo Bill, aflojando su agarre sobre el móvil, dándome la ventaja para quitárselo-. ¡Tom, no! ¡Dámelo!

-¿Sí, eh? No me lo negaste, entonces te le declaraste frente a mí. "Oooh, Amy, te quiero muuucho" -me burlé, exagerando mi voz, poniéndola tan melosa y cursi que daba grima. Pero es que para mí, Bill sonaba así.

Mientras tanto, levanté el móvil con ambas manos, estirándome de puntillas para mantenerlo fuera del alcance de Bill, que seguía intentando arrebatármelo desesperadamente.

-¡No sé de qué demonios hablas! ¿Pero qué importa? ¿¡Estás celoso acaso!? -oh, no. Este tema no, Bill.

Reí nerviosamente, intentando disfrazar mi inquietud con burla, pero no funcionó. Bill me conoce demasiado bien y no me dejó ni hablar después de aquella risa. Me atrapó instantáneamente y volvió a hablar.

-¡No me jodas, Tom! ¡¿Es eso?! -Bill comenzó a empujarme hacia atrás, resultado del forcejeo constante. Parecía un animal, un mono; se me subía pegándose muy cerca y saltando para poder quitármelo de las manos.

-¡No digas tonterías! ¡Y basta, me harás caer!... Oh, Bill, ¡Bill! -y caímos. Pero, claro, solo nosotros dos, porque el móvil salió volando. Ambos vimos la escena en cámara lenta: nosotros cayendo y el móvil disparándose lejos, parecía volar.

Conectar Contigo | Bill KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora