La vida rutinaria de un gato llamado Rufino, cambiaría drásticamente. Una tarde de verano, al explorar aquel bosque que tanta curiosidad le causaba.
La rutina desaparecería y todas las tardes, las cuales se aventura al bosque. Se convertirían en un...
Cómo cada mañana esperaba las primeras caricias de Anne, después de terminar de comer los últimos granitos de alimento que quedaban de mi gran tazón.
La observaba desde cerca y no estaba igual de nerviosa que anteayer, más bien estaba demasiado tranquila. Diría más que de costumbre.
Me puse a analizar cautelosamente sus movimientos, mientras discretamente intentaba salir hacia fuera. Su raro actuar me hacía sospechar demasiado de ella. Pero antes de que mis suaves patitas delanteras toquen el pasto. Me tomó entre sus brazos y al mirarme fijamente a los ojos, con una sonrisa falsa en su rostro dijo. — Hoy le daremos una visita al veterinario.
Un no muy fuerte dentro de mí intentó salir de mi boca, pero el enojo en mi cara lo decía todo. El miedo dentro de mí se apoderaba, podía presentirlo dentro de este transportador de plástico.
Aquel lugar era frío y el miedo antes de entrar a aquella pequeña habitación se respiraba en el aire. Intente cerrar los ojos y hacer oídos sordos hacia aquellos gritos de ayuda.
Pero mi corazón empezó a acelerarse y mi respiración se acortaba lentamente. El desmayo fue instantáneo, luego de eso no recuerdo qué fué lo que sucedió. Tres horas después desperté sobre el sofá, acompañado de las caricias de Anne y alejado de aquel lugar que me ponía los pelos de punta.
Otra siesta más haría que mis nervios se vuelvan a calmar…
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