La vida rutinaria de un gato llamado Rufino, cambiaría drásticamente. Una tarde de verano, al explorar aquel bosque que tanta curiosidad le causaba.
La rutina desaparecería y todas las tardes, las cuales se aventura al bosque. Se convertirían en un...
Desperté antes de que anocheciera, y el crujir de varias hojas secas llamó mi atención. Sabía perfectamente quién era, pero una dulce voz cegó mis ojos dejando mi cuerpo hipnotizado, y sin darme cuenta de que lo estaba, seguí aquella hermosa voz hacia las profundidades del bosque.
Podía sentir el frío en mi pelaje negro, y al dar cada paso hacia aquella oscuridad, aquella voz se hacía cada vez más familiar. El crujir de aquellas hojas frente a mí, hacían que me pusiera algo nervioso. Aún así decidí quedarme, fingiendo que aquel hechizo seguía puesto en mí.
— Muy bien, ya sabes que hacer ahora.
— No quiero hacerlo. –se expresó temerosa.
— Tienes que hacerlo, si quieres volver a ver a tú hermano.
— Pero él es mi amigo.
— Pero dime. Quién es más importante ¿Tú hermano o este siempre gato?
Ella suspiró y no respondió nada, en el interior de sus ojos se podía ver qué no quería hacer esto. Pero tenía que continuar si quería seguir con nuestro plan. Solo quedan tres lunas llenas, para que este verano acabe de una buena vez.
Ambos nos miramos muy fijamente, calculando fríamente este momento, y fue ahí cuando dije:
— Te dije que volverías a tener noticias de mí.
Tome impulso y corrí rápidamente hacia él, pegando un gran salto golpeándolo con mis dos patas traseras. Haciendo que se cayera hacia atrás, totalmente sorprendido por este ataque inesperado. Siendo succionado por aquellas ramas secas que provenían de la oscuridad.
Ella y yo, nos miramos esperando el siguiente ataque. Sabíamos que el señor sombra iba a volver, y quizás más fortalecido que nunca.
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